lunes, 17 de junio de 2019

La celda de la vejez mal compartida, qué golfo fui y, como no, Albert Camus

Desgraciada y levitalmente, me encontré a mi setentón amigo Virginio, un Ingeniero de gran poder en el mundo empresarial de los 80 y que dedicó toda su golfa vida profesional y la otra, al mundo del trabajo, de las relaciones comerciales y, especialmente, a las de la noche de cenas, fiesta y amaneceres al sol aunque fuera en playa, ciudad, o cama ajena, me cuenta, hoy, su desastrosa y  lapidaria vida sin futuro deseable:
“Es una mierda todo, Enrique, la rutina obligada por mantener obligatoriamente,  la cercanía al puesto de la celda provisional, cual supone mi estado dependiente de ella, en la celda casera, ante ella y ante eso que supone tener que oír cuando llegas más tarde de las doce del mediodía: “Siempre llegas tarde y yo ya estoy harta de comer siempre cada día más tarde” y, además, ese no menos cariñoso reclamo amoroso de … “No entiendo donde ni porqué puedes tardar tanto si solo se trata de comprar en dos sitios y mucho menos en más de dos horas … a saber donde vas”””.
Estuvimos hablando un largo rato sobre las cuestiones del ayer, de lo golfos que fuimos, de lo que nunca debiéramos contar, ni siquiera al cura de la Parroquia de la Playa, y mucho menos a los mejores amigos dependientes de esas lindas jóvenes esposas y veteranas amigas de nuestras respectivas mujeres, aunque yo, como siempre, juraré que nunca nadie tendrá nada que reprocharme por mis actos empresariales, profesionales y, mucho menos, lúdicos.
Solo contaré, para no aburriros y como remate de nuestra charla, que los dos, a moco tendido y en señal de una total impotencia ante la vida que nos queda y espera, nos dimos un gran abrazo que aún ahora, tres horas después, sigo limpiando moco del cuello de mi preciosa camisa cuello mao,  pues Virginio es como la mejor plañidera de mis sueños, sí, él es moco de pasión funeraria, cual es la que nos espera a ambos si el cura algún día se arrepiente de serlo y se atreve a contar lo que sabe en cualquier DeLuxe televisivo con tal de ganar una pasta gansa para la ONG de su Parroquia.
La vida es la que es y yo no lo dije, le dijo Camus a su mejor y mayor querida:
Querida, en medio del odio, encontré que había, dentro de mí, un amor invencible. En medio de las lágrimas, descubrí que había, dentro de mí, una sonrisa invencible. En medio del caos, descubrí que había, dentro de mí, una calma invencible. Me di cuenta, a través de todo, que… En medio del invierno, encontré que había, dentro de mí, un verano invencible. Y eso me hace feliz. Porque dice que no importa cuán duro el mundo empuje en mi contra, dentro de mí, hay algo más fuerte, algo mejor, empujando hacia atrás. Verdaderamente tuyo, Albert”
Feliz estancia ante el resto de vida que nos queda, queridos y escasos followers, la vida es la que es, la que hemos merecido tener, lo demás, lo demás no importa a nadie, ni siquiera a los tuyos, a los nuestros.

 EnriqueTarragóFreixes

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