13 diciembre 2019
Veo en las tabernas de la playa un sinfín de almas solitarias, día tras día, contando historias, cuentos y glorias del pasado a quien les quiera escuchar. Temen quedarse solos y se esconden tras una copa de Soberano, de Marie Brizard, de un simple ron blanco y, siempre, de una pesada y gangosa conversación. Se frotan las manos, tienen la nariz roja y la ropa desastrada. Ellos no tienen frío, el suyo, su frío, es de otro sentir. Su hielo está anclado en su corazón y en ese mundo que un dia los olvidó. Ellos huelen a eso, a rancio, a soledad y a incomprensión, huelen a ese otro frío que nosotros, de vez en cuando, también sentimos. Por eso y sin que ellos lo sepan, me gusta verlos, animarlos, darles conversación, sentarme con ellos, escucharlos ... contemplarlos como si yo mismo, con un vértigo cruel, pudiera estar viéndome en ellos. Id con cuidado, pienso que, a veces, ese mal, su frío, se contagia y lo peor es que lo hace sin que sepamos por qué, ni como ha venido.
Eres una buena persona Enrique, y no te lo digo por la entrada de hoy, sino por el tiempo que llevo leyéndote, pero te diré que los blogueros somos como esos de la playa que se están tomando su copita ¿o no?
ResponderEliminarCreo que tienes razón, Tracy, quizás toda.
EliminarMala cosa el frio, y peor ese que despide olor a soledad y desasosiego...
ResponderEliminarTe deseo calor, amigo
Un abrazo
Quizás tenga que ver con la cruel y nueva forma que tiene la joven sociedad actual de mostrarse con sus ancestros, no todos, claro, pero es un mal creciente ... o eso me parece.
EliminarUn abrazo Ildefonso
Puede que se contagie pero hay que correr el riesgo y prestar atención a todo aquél que se sienta solo. Cada persona es un Universo a descubrir.
ResponderEliminarSAludos.
El mundo del olvido, de la soledad, del no sentirse útil, es un mundo cercano, querida Manuela, se ceba con las personas de mayor edad amparado en un mundo, el de hoy, que lo material, el culto al body y el vivir al día, es cada vez más una irremediable forma de vida que tiende a la destrucción de los sentimientos, el respeto y de todos aquellos valores que debieran distinguirnos a los humanos a los de otras especies animales.
EliminarUn abrazo Manuela