miércoles, 4 de diciembre de 2019

Maldita sea la hora en que me jubilé, Enrique


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Pintura de Tetsuya Ishida
04 diciembre 2019
– Nunca supe que pensar cuando empiezan a llamarte la atención porque no oyes, porque no prestas atención a lo que te dicen los que aún saber chillarle a quien más quieren o han querido, y porque dicen que te has convertido en un carcamal que dice no oír para no querer escuchar.
– A la mayoría de la gente que te rodea le molesta que andes vacilante y, sobretodo, despacio y no muestran recato alguno en advertírtelo tirando de tu brazo con fuerza  como si fueras una carga mientras intentan decirte con su gesto: “Vamos ya viejo de mierda, que te pasa hoy que no andas”.
– Si te caes y besas el suelo, es porque no miras por donde andas, coño, “que siempre has sido un despistado y ahora, a tu edad, se te acentúan los defectos de siempre. Si mirara por donde andas en lugar de estar pendiente de las colitas de las niñas del Gimnasio de la esquina, eso no te pasaría”.
– Si sales a comprar y tardas más de dos horas en volver, es que te habrás parado en algún lugar a emborracharte con tus amigos en el bar de cualquier Ateneo receptor de viejos para la gloria del Dios que nos acoge cuando quiere y nadie nos ve.
– Si has conseguido salir de casa con cualquier excusa lícita, ya sabes, ir a comprar el pan, los tomates, el Hola, la verdura o la comida del día, corres el riesgo de que durante tu “aventura matinal” te llamen por teléfono para puro control con la excusa de que ha llamado el vigilante de noche para contarnos que ha llovido o que en la TV dicen que va a llover a mares aunque haga un sol de justicia y que por tanto debes volver pronto. Lo peor de todo es que si la llamada llega mientras estés a cubierto o donde no hay cobertura, te la has ganado … “¡¡¡Vaya, siempre falta cobertura cada vez que te llamo!!!”. “¡¡¡A saber donde estabas!!!”
– Ah, faltaba lo mejor de este estado en el que vivo: “Joder, Pepe, como te estás poniendo, tu verás lo que haces, no te cabe pantalón alguno y no hablemos de las chaquetas. O te adelgazas o vas a tener que ir con lo que hay aunque no te puedas abrochar. En casa no comes, lo sé, pero a saber, entonces, lo que comes fuera y con quien, en esas más de dos horas que estás cada día en la calle.”
– Pura delicia de vidaEnrique, me decía esta madrugada mi amigo Pepe, el sindicalista hasta la muerte … maldita sea la hora en que me jubilé – apostilló.
– Y yo no supe que decirle, solo nos dimos un gran abrazo y nos despedimos hasta mañana … si no llueve, claro, no sea que denuncien nuestra desaparición si somos valientes y salimos al mundo exterior mientras éste decide darnos la bendición lluviática y vandálica.

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