martes, 28 de abril de 2020

Piedritas, socorros, alertas y caracoles


Fotografía de Charles-C-Ebbet – Salir de casa sin el COVID-19 controlado

28 abril 2020
-Esta mañana recibía la noticia de que nuestro “Maiquel Robinson” ha muerto de eso que llamamos una terrible enfermedad a los sesenta y un años. Me doy cuenta que, últimamente, se está muriendo a mi alrededor gente que antes no solía hacerlo con una frecuencia inusitada. Es como si viviera en un mundo en el que todo lo que hay cerca de mi se fuera desmoronando.
-Luego, en mi Gym diario, hoy batí mi nuevo record de resistencia pues he llegado a cuarenta largos, de larga caminata, entre la terraza y la mesita del dormitorio que son unos seiscientos metros.
-Luego, muerto de cansancio, leo algunos wasaps y recuerdo, ahora con sonrisa oculta, lo que decía un otrora compañero de mesa, echándome un capote mientras hablábamos de las relaciones laborales con derecho a roce del que hablan y no acaban, muchos y muchas: 
Yo veo todos los días a mi portera, a la que nos sirve el café en el Bar de al lado de la oficina, y escucho todos los días, también, a la Julia Otero y no me ha dado nunca por liarme con ellas ni, por cierto, con nadie”. “No obstante, lo importante es mantenerla dentro del pantalón cuando sales de casa, chicos, es una garantía de vida matrimonial feliz.”
-Mientras alzo mi cara al sol escaso que hoy luce en mi terraza casera, escucho una vieja e inolvidable canción de Camilo Sesto y Ángeles Carrasco, “Callados“. Descubro que la canción tiene casi veinticinco años y que será por eso y no será raro, que se vayan desmoronando algunos muros a mi alrededor.
-De pronto viene a mi, como si lo hubiera pedido mi alma, un mensaje positivo a través de un misterioso SMS: “Enrique, no te caigas, sigue, yo te espero” ¿Un amor oculto, algún guasón, la Agencia Tributaria o quizás uno de los jinetes del Apocalipsis? No sé, lo que tenga que ser, será – pensé.
-Por último, y sin tropezar con el dichoso salto del Salón a la Terraza, me pongo a leer y descubro, como no, esa Botella al mar del Gran Mario Benedetti y su tan actual mensaje:
“Pongo estos seis versos en mi botella al mar
con el secreto designio de que algún día
llegue a una playa casi desierta
y un niño la encuentre y la destape
y en lugar de versos extraiga piedritas
y socorros y alertas y caracoles.”