Alicante Center (Calle San Francisco) – 10:32 h.
03 junio 2020
– No sé si me acostumbraré a eso de dar una vuelta a mi hora reglamentaria, es decir, de 10 a 12 de la mañana, y ver que el personal se pasa la orden por su lugar corporal más “perfumado”. “Es la hora de los viejos, Enrique, pero no es así, sale todo el mundo a la hora que le pasa plc” – me dice el farmacéutico.
– “Cuarto día sin muertos en la Provincia de Alicante por el COVID 19, abuelo, no te quejes que aquí todos tenemos que vivir y no solo vosotros” – me dice un simpático veinteañero, que estaba a un metro detrás de mi en la Farmacia, a pesar de las advertencias del farmacéutico para que no entrara y que guardara turno fuera … y así no impregnara su halitosis en mi cogote – pensé yo.
– Ahora es mi amigo el médico, que como el Gobierno del tal P.S., anda contradiciéndose cada treinta y seis horas, el que me dice que no tenga miedo de salir a la calle, que solo use una buena mascarilla , que deje los guantes en su caja y que cuando llegue a casa me lave las manos, profundamente, con jabón durante cuarenta segundos.
– Es entonces cuando un rayo de sol que iba perdido tropieza con mi apurada visión por culpa de la máscara y las gafas, y justo entonces, en pleno atontamiento, me doy cuenta de cual es la consigna de las autoridades del mundo occidental, incluidas las autoridades sanitarias y sus siempre anónimos miembros:
Han decidido que lo prioritario es la economía y que, al estilo espartano, sea la selección natural o el sálvese quien pueda, el que decida quien debe morir o quien debe vivir, pero la economía debe resurgir de inmediato y, por tanto, que el Dios que exista y el que no sabe parar esta pandemia, ambos dos, nos pillen confesados.
