16 octubre, 2020 por
16 octubre 2020
Quien no tiene amigos no sabe lo que se pierde, decía mi Santa Madre, pero la oración interpretada por activa, sería como que nadie es nada sin sus amigos, sin sus sufrimientos y sus alegrías, y con los años descubres que son lo mejor de la vida, pues los puedes escoger, aunque es cierto, que, esos que llamamos amigos del alma, su número se pueda contar con los dedos de una mano y con los pelos del pubis los otros.
Veamos: Leandro, uno de los otros, hoy, cerveza en mano y sol en la cara, al verme con mi libro bajo el brazo, me ha dicho:
“Enrique, el día que leí que beber era malo, dejé de leer. Brindemos amigo, hoy que aún podemos y nadie nos ve”
… no supe que decirle, finalmente brindé por poder hacerlo, me pareció un motivo noble y hasta meritorio, y al hacerlo me acordé de Camus:
“Siempre llega un momento en que uno debe elegir entre la contemplación y la acción. Esto se llama convertirse en un hombre”.
Los días más simples, a veces, son tan solo un simple día más.
No tengo más remedio que repetirte que tu madre era una sabis.
ResponderEliminarGracias Tracy, y yo te contesto siempre lo mismo: "Lo era"
Eliminarjajaajjajjajajajajajaja...Hay muchos Leandros querido Enrique!!! Pero la vida tambien los pone en el camino por algo, y aunque nos parezca inaudito...de ellos tambien aprendemos!! Te dejo un abrazo grandote!!! y que tengas una hermosa noche de viernes!
ResponderEliminarGracias Eli, ya empiezo a tener necesidad de tus comentarios. Me sientan bien.
EliminarUn abrazo de sábado.
La sabia de tu madre lo sabía
ResponderEliminarmil besos en tus mejillas
Gracias Mucha. Los guardaré para repatirlos entre los momentos más difíciles.
EliminarUn abrazo
Divertido texto amigo Enrique. Cierto que los amigos verdaderos se cuentan con los de dos de la mano y te sobran dedos. Saludos.
ResponderEliminarAl final del camino vas sabiendo que eso es cierto, Sandra.
EliminarUn abrazo de sábado