domingo, 6 de diciembre de 2020

Invisible: ¿Fortuna o descalabro?

 Publicado el por 

Fotografía de Lee Friedlander

06 diciembre 2020

-Leía las noticias y estaba hablándole a Juan en el Ateneo sobre la importancia de la vida sexual a los setenta y la vital importancia, con su gasto, que muestran algunos políticos de este u otro color sobre lo de dejar de estigmatizar a los niños y niñas con el rosa o el azul. Y cuando ya llevaba diez minutos hablándole…

-¿Qué?… perdona estaba fijándome en el Zapeando de la TV.

-Bien, sigo mi camino y aterrizo en ese oscuro bar que hay en el callejón de San Francisco. Buenos días ¿me puede poner un cortado descafeinado 80/20? – lo repito hasta cuatro veces y el hombre no para de moverse, me mira pero no me oye, va de un lado a otro de la barra hablando con los de siempre y hasta se para con alguno de ellos. Levanto la voz y…

-No chille, jefe, que le oigo perfectamente: Dígame que quiere

-Me voy a la cola del pan y guardo mi distancia. Todos, absolutamente todos los que van llegando se ponen delante mío con intención de meterse dentro. ¡Pero oiga, no ve que esto es una cola en tiempo de pandemia y que no se trata de un grupo de ancianos esperando les den la bendición urbi et urbi!

-No se ponga así, hombre, que yo solo quería ver si había alguien dentro.

-Me llaman por teléfono desde un número que empieza por 9 y con muchos números detrás. Descuelgo y…

-Mmmmm, grrrrr, tictictic

-Por Dios, creo que lo he conseguido, a veces soy invisible y cuando ya me lo creía, me encuentro con Andrés, un corredor de suelo para edificar, al cual no veo desde el 2006…

-Hola Enrique, que bien te veo, blablabla… oye me vienes como anillo al dedo, verás, sabía que venías a comprar el periódico aquí y he decidido venir a verte para saber de ti y para ver si quieres aportar capital, nada, solo unos 60.000 euricos, para montar un chiringuito de venta de viviendas en Sanlúcar que va a ser todo un éxito, una ocasión única y solo para mis mejores amigos.

-Hay días que debería hacerle caso a mi neumóloga y no salir de casa ni para dejar que el perro de Juanito, el de la ONCE, se mee en mi reluciente pantalón tejano, cada vez que me ve, en un alarde de amor y deseo sexual incontenible. Por cierto, hoy no he ido y así me veo, sí, pantalón seco y sin olores preocupantes.


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