03 marzo 2022
- Antes de la pandemia solía recorrerme, diariamente, una parte de la playa hasta llegar al límite del término municipal de El Campello, (pueblo pescador precioso y colindante, donde se confunden ambas playas.) El recorrido era de unos 2 km y para ello empleaba una hora y media, a mi ritmo. Volvía muerto, pero contento por haber convivido con mi mar, mis amigos, mis vistas y llenado mi cámara de las siempre iguales fotografías de cada día. La pandemia me lo quitó.
- Desde entonces, un buen amigo, sabiendo de mi incapacidad, para dar estos paseos, me manda tres fotografías diarias de la zona donde solíamos hacer el recorrido. Son, ya, casi dos años de mandarme fotografías de la madrugada sanjuanera y yo, cada vez que las recibo y sin poderlo evitar, lloro de saberme acompañado y de tener tan buenos amigos. La pandemia me los trajo, los iluminó y me los dejó ver como si fueran verdaderos ángeles.
- Gracias, amigo, gracias, amigos.
A pesar de lo lejos es bueno contar con tu amistad. Te mando un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Judit, eres un ángel.
EliminarUn abrazo.
Son motivos para la emocion, claro que si... Disfruta de su amistad,siempre...
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Ildefonso. Eso es una gran suerte.
EliminarUn abrazo.
¡Cuánta ternura en lo que nos cuentas Enrique!
ResponderEliminarAsí es, tenemos la suerte de tener AMIGOS Y AMIGAS, así con mayúsculas.
Es parte de la felicidad de cada día, aunque estén lejos SABEMOS QUE ESTÁN.
Abrazo y ¡Buen fin de semana!