20 octubre 2009:
Anoche tenía un gran dilema, La Señora, Ventdelplá o ponerme a leer “Metamorfosis” de Kafka. Finalmente me puse a repasar unas determinadas presentaciones que tengo para el lunes próximo ante un grupo de empresarios y otras para el viernes en la UA. Ello me obligaba a meditar.
¿Y por qué le prestas tanto entusiasmo a eso de la Charlas y Conferencias cariño. A ti que te va en eso?
No lo sé amor, será porque quiero creer que los profesionales que acuden a ellas lo hacen para enterarse de algo más de lo que les han contado en una etapa de enseñanza obligatoria, cual parece regir en la cabeza de muchos, en las que el principal objetivo es sacar el título y nada más. Y ella con tal afirmación, se va pensando que no estoy muy convencido de lo que digo.
Recuerdo cuando, hace ya algunos años, le contaba a determinado Cabeza de la Pirámide Empresarial Alicantina, que lo que más me molestaba es enseñarle el oficio a alguien que no mostrara interés alguno en ello, éste me contestó con una frase lapidaria: “No tienes razón Enrique, hay algo peor, lo peor es que te estén demostrando interés y no lo tengan, entonces sí que estás tirando el tiempo de los dos”
Estuvimos hablando de la necesidad de profesionalizar la educación de nuestros técnicos, pero en su periodo educativo reglado y no en el postgrado, cosa que parece más habitual. Debiera haber una mayor participación del mundo de la Empresa en la formación de sus técnicos. Bla, bla y bla, y hoy, quince años después, todo sigue igual. Lo dicho, un técnico sale de la universidad y no sabe que cuando se colocan las baldosas de la última fila del alicatado de un baño con falso techo, se debe raspar la rebaba superior, para que las placas de escayola se apoyen sin que el escayolista lo tenga que hacer, pues cuando lo haga acabará rompiendo la mayoría o algunas de las piezas del alicatado.
Estamos construyendo garajes inmensos para guardar coches muy pequeños, eso me decía un colega de Charlas, a la hora de los refrigerios de una “Redonda” en Murcia. Se refería a las cultas explicaciones sobre Economía Empresarial Inmobiliaria, que el curso impartía con un pomposo nombre, cuando en realidad debíamos haber dado otro sobre “Como colocar ladrillos sin hacerse daño”, según me contaba.
El Postgrado es eso, es especialidad o es ampliación de conocimientos de otras esferas cuyos créditos no se han impartido en su formación, pero al final descubrimos que algunos no saben que el Cremona es un método de cálculo o ignoran cómo y dónde pueden permitirse cortes en los hormigonados incompletos de un forjado.
Siempre he creído en ellos, en los Cursos de Postgrado. Yo mismo he acudido a multitud de ellos. Seguramente he disfrutado mucho más en ellos que lo hice, o lo pude hacer, en todo el tiempo que estuve en la ETAATB para conseguir mi título.
Pero hoy hay muchos profesionales que acuden a los Másters que se están impartiendo en todas las Universidades de este País, tan solo para conseguir los necesarios créditos que ello produce y así acomodar sus titulaciones a las exigencias del Proceso de Bolonia. Es algo que se nota, el problema es que ellos se confunden entre aquellos otros que sí quieren esa enseñanza para aplicarla en su futuro profesional inmediato.
Una alumna, hija de un buen amigo, me dijo que obtuvo su título en el 2004, estuvo trabajando tres años de jefa de obra en una importante empresa del sector y desde hace dos que está en paro. A continuación me dijo:
“Me he apuntado porque quiero prepararme para la dura competencia profesional que el futuro inmediato nos prepara”.
Me apunté la parrafada, por lo de ejemplarizante y severa que parecía, pero a la vez me acordé de otra que me lanzó, no hace mucho y hablando de este asunto, un gran Arquitecto que ha compartido toda su vida profesional con la docencia:
“Esto no es nuevo Enrique, en nuestras aulas siempre ha habido alumnos que solo han venido para aprobar el curso sin mayor pretensión, pero la virtud del docente es conseguir sacarlo de su nido, conseguir que se interese y que al final no solo apruebe, sino que también aprenda. De no conseguirlo, el fracaso es también nuestro.”
Y con esta pequeña bronca intestinal que me acaba de lanzar mi memoria y la proximidad de los próximos eventos, me pongo a estrangular mi próximo libro en construcción y que algún día acabaré aunque me maten por ello.
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