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Leer a Pepe, el de Las Mil y Una Noches, es, últimamente, un placer, un extraño placer pues su trayectoria profesional, la de sus mil y una noches, puede resultarme conocida. Las mías fueron no más de seiscientas y fue en una pequeña, pero preciosa, isla canaria, pero no por ello la lectura de su Blog me resulta emotiva y, ciertamente, nostálgica. No es lo mismo Arabia que Canarias, eso es evidente, pero el sentimiento de desgarro que produce el alejamiento de los tuyos es siempre muy aleccionador y, en el fondo, aún y siendo relativamente voluntaria, no deja de ser una prueba que, siendo muy atractiva pero difícil, puede llevarte a cualquier polo emocional, si no cuidas la fortaleza de tu mente y de tus sensaciones.
En su post de hoy puedo leer una frase, que dice mucho más de lo que dice y que me llevo a cualquier foro emocional de mis sueños, como una parte elemental de esa lección de vida que supone verte alejado por largo tiempo de los tuyos y de todo lo tuyo:
“…….. Anoche me comentaba R, un compañero español, que cuando le tocó volver por primera vez de vacaciones a España comenzó a dar verdadera importancia a cuestiones que anteriormente apenas valoraba. Pequeñas situaciones a las que antaño otorgaba poca o nula importancia ahora las disfrutaba sobremanera…”
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