Murió el policía Montada del Canadá

09 febrero 2010

Llevaba un buen rato dormitando y mi sueño se trasladó a donde siempre está, en el aire y en la imaginación de lo esencial.

Soñaba que algún día sería un soldado tan grande y tan fuerte como aquel de la Policía Montada del Canadá que yo tenía entre mis juguetes en los 50. Un día un Sioux de los del ejército de mi hermano lo mató y yo tuve una pena tan grande que nunca recuperé las ganas de volver a jugar a las guerras.

Hoy ya no juego a los soldados de plomo, ni me gusta verlos, pero de aquello me quedó una tremenda afición por la visión de todas aquellas películas de la segunda guerra mundial en la que los malos eran malísimos y los otros, los que decían que eran los nuestros, eran buenísimos. Eso ha ido mejorando con el tiempo, por eso de las últimas que he llegado a ver y cuyo video guardo en  mi memoria y en mi videoteca, es la Lista del “Chinnle” como dirían mis adorables huertanos - ¿Y por qué te gustan tanto, no siendo, ni habiendo sido, un belicista declarado? – Pues seguramente me gustan porque enseñan las miserias de los humanos y de lo que somos capaces de hacer y sobretodo me gustan y me gusta que todo el mundo las vea, porque enseña lo que no hay que hacer. Esconderlo no es el camino, por eso cuantas mas se hagan sobre lo que pasó, creo que evitará que en el mundo siga existiendo ese enfrentamiento crucial, en los que siempre se crean los necesarios dos bandos según las necesidades de unos y otros. Poder y la economía del poder, ese será el problema, ¿pero donde quedan las libertades?

Mientras leo que no hay prensa diaria sin sucesos de sangre por gente que mal interpreta la defensa de sus ideas, me hago la pregunta que se hacía hoy un buen amigo, hablando de una hija muert  en un acto equivocado: ¿Y yo que no he hecho para estar aquí y tu no?

Este post se ha escrito en homenaje a ese niño que un día tuvo el mundo a su alcance con su ejército y prefirió conquistarlo con la voz, con los gestos y con las ideas, antes que con toda la fuerza militar que disponía. De nada, me he enorgullecido nunca tanto.

..

enriquetarragófreixes