lunes, 22 de febrero de 2010

¿Para cuando el fin de la crisis inmobiliaria?: Da igual, yo quiero bailar toda la noche …………………

22 febrero 2010


En las charlas del viernes “la nuit” tropecé con mis sueños. Yo no tenía nadie a quién consultar sobre semejante determinación. Me habían preguntado si la “chunga” situación inmobiliaria duraría un año, o dos, o más o ya era una realidad un alza imparable camino de un nuevo boom. ¿Qué decir? Esas cosas curiosas y muchas más, contaba yo a mis embobados amigos colabacardianos al explicarles mis charlas en tierras lejanas de este fin de semana.


Lo cierto es que lo que les conté, me refiero a los que de verdad me escuchaban en las charlas “masterianas”, era, mas o menos, que yo no tenía NPI, pero que parecía, según decían todos los que saben de esto, que la cosa pudiera durar, aún, unos siete años más. Claro, luego, todo el personal se puso a preguntar con mayor concreción sobre si el solar de su calle o el del pueblo tal y la cosa se complicó, pero salió bien, es decir, la gente salió igual que entró, pero mucho mas convencida de que de esto no hay mucha gente que tenga la más mínima idea. 

Son tantas las variables que los únicos que parece van a acertar, serán aquellos que lo hacen desde la voz de la experiencia, - ¿Pero que dices Enrique? –, pues eso, que la experiencia dice que no hay mal que cien años dure y como ya llevamos mucho con esto. - ¿Oye, de verdad tu has estado charlando de esto en algún sitio, Enrique?

No se lo tuve en cuenta y finalmente, les dije que lo que yo creía, fervientemente, es que nadie, es decir, nadie, sabe de lo que está hablando, y si, es cierto que existen algunos parámetros que manejan algunos economistas que hacen creer que el manejo de la bola de cristal parece un gesto mas científico de lo que lo es en realidad, pero luego la evidencia de su dispersa y variada cantidad de opiniones sobre el asunto, no hacen mas que aumentar mis creencias en su absoluta ignorancia. Es solo un acto de vanidad. Un economista es aquel que mañana explica el “porqué” de las desviaciones que previó el día anterior y de eso ya hemos tenido bastante. Solo les haré caso cuando me lo cuenten, es decir, cuando me cuenten la historia de la crisis y sus motivos, que no ahora cuando juegan a adivinos.

“Tío, te veo un poco apocalíptico cette muit” – Pues no es eso – “¿Entonces?” – Pues mira, yo solo creo que de esto se sale empujando hasta la extenuación, echándole imaginación, pocos rezos y mucha, mucha, mala leche a la hora de aguantar a gente que se instala en la crítica y no hace nada por dejarse de mirar el ombligo. - “Oye, Enrique, que nosotros no paramos de intentarlo y hasta hemos dejado un par de fábricas en producción, pero vamos a cerrar pronto pues no tenemos crédito, ni clientes para alimentar el fuego de nuestros negocios”. 

Tras un largo silencio, (la cosa se puso tensa, pues ya estaban a punto de mandarme atpc), entonces apareció Juanito, el sietemesino, así le llaman porque es el rey de la empresa, el de la creación de empresas que le duran 7 meses de media, y nos dijo: “Tios, tiene razón Enrique, sois unos putos conservadores, toda la pasta la guardáis debajo de la losa, y ahora os quejáis de la financiación, vosotros no ponéis nunca un duro, queréis que el riesgo lo adquiera el Banco, pero no reinvertís cabroncetes, os guardáis la pasta para comprar solares con dinero negro, el mercedes, la casa en Marraquech y los falsos viajes caribianos con la otra, es decir, todo menos poner la pasta que le sacáis al negocio y a los impagados en vuestro propio negocio” – me quedé “flipando”, como diría Irene, una de las primísimas de mi vida Murciana, no daba crédito a lo que acababa de oír, pero lo peor fue que nadie se inmutó, nadie le llevó la contraria al Juanito. Dijeron que siempre decía cosas así cuando tomaba dos copas. Bendita locura, pensé yo.

Los economistas y los culpables de la política económica de un país pueden verlo claro y hasta pueden saber lo que hay que hacer, pero lo que han de conseguir, para que sus previsiones funcionen, es que la gente se ponga a trabajar en la dirección y ganas necesarias para ello. Y claro, mientras eso no se haga como se haría en un campo de concentración, acertar lo que hará toda la gente, me resulta poco creíble. Analizarlo después, es otra cosa, es mucho más fácil.

Me pellizqué, pero no, no estaba soñando.

Al rato Juanito y otros, estaban en la pista, con los ojos brillantitos y vaso tubo en una mano y el malporro en la otra. Aquí no pasa nada, Enrique, aquí se viene a pasarlo bien y eso es lo que tienes que hacer …….”Yo quiero bailar toda la noche ...”



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