La quinta del 94. El Cabanyal nos unió y ahí estamos

               

 Benidorm-9 mayo 2000

27 abril 2010  

Estamos superando objetivos, incluso superaremos las expectativas presupuestarias del año. Eso me decía hoy Joselu, mientras le arreaba una docena de gambas de a saber donde eran, pero que a mi me ha costado chuparme hasta el reloj de lo guarro que se me ha puesto el entorno táctil. El Villarino es un tipo genial, yo creo que las acciones de la "Eléctrica” no paran de subir por culpa de su gestión. Además, él está con los de Galindo; “Se venden viviendas, SI, y muchas, pero solo las caras y las de VPP/VPO” – Entiende un huevo de todo, incluso de lo que no sé que lo sabe, siempre tiene una respuesta para todo, incluso la tiene, con permiso de Ignacio,  mas larga que ninguno cundo hablamos del Negocio Inmobiliario.

Pero Ignacio, El falcó, el de Arica, ya tiene 7 contratos de “monitoring” con una importante Caja De Ahorros local. “Curra” como un minero y, aunque vive como un cura, se está ganando la independencia profesional, tras una larga etapa de dirección asalariada en el negocio inmobiliario de élite.

Rafa, el Cañi, es un dulce que se ha desprendido de la tarta celestial y ha caído de nuestro lado. Para él, no hay palabras que lo puedan calificar como un ser terrenal, yo no sé de donde ha salido, pero mirarle a los ojos cuando te da un abrazo es, incluso para mi, un sorbo de emoción que saca las hormigas en la piel de mi espalda.

Pero es Juan, El Cuadrado, el que este año dará el do de pecho. Se va a jubilar, creo que después que yo lo haga, salvo que se le acelere la ilusión por hacerlo, pues edad ya tiene. A mi aún me quedan dos meses y 19 días si el ZP no lo impide.

La promesa es seguir así otros 30 años más. 

Los antiguos creían que los sentimientos residían en el corazón. Para Aristóteles, el corazón era el órgano fundamental del organismo humano, y el cerebro, apenas un mero coadyuvante. En esa época se creía que la memoria estaba alojada en el corazón; de ahí que los romanos emplearan la palabra recordari, derivada de cor 'corazón', que llegó a nuestra lengua como recordar. Y yo como Aristóteles sigo creyendo en ello.

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