17 junio 2010
Maribel se partía, me lo había contado pero yo no daba crédito. Era cierto, en lo alto del edificio que yo llamo “Micaelo” desde que se fundó, en la Avenida Denia y que es un sitio muy decente según cuentan todos los hombres de bien que lo visitan y no necesariamente de noche, hay unas estatuas como de bronce, ennegrecidas, de un hortera asqueroso, tanto, que hasta he tenido que parar el coche para creérmelo y para no arrearme contra el precioso muro de piedra mampuesta que “linda” con la Clínica Vistahermosa, pues el cachondeíto que se llevaba mi niña era "pacomérsela”:
“Pero como podéis ser tan estúpidos los hombres, a pie de carretera y en un edificio que con sus muros con apariencia de cartón piedra parece la casa de los Horrores de cualquier feria, como podéis creer que nadie os vea entrar. Decís que lo hacéis para llevar allí al político o funcionario con poder, de turno, y que vosotros solo vais a mirar y a pagar, ¿verdad? – Pero que embusteros, y torpes, sois”
La risa se ha convertido en llanto de orgullo herido por la generalización de que el sexo fuerte es imbécil, o tonto del culo y eso, no hay que permitirlo. “Oye, no todos somos iguales, y …”, bueno para no complicarlo, me callo y me quedo con cara de ofendido, así estoy mas guapo y mas digno.
El problema está en que, claro, alguna vez se nos ha escapado alguna confesión piadosa sobre el asunto y eso es lo último que se puede hacer porque todo es mentira...
Es mentira que a los funcionarios con poder de adjudicación de cualquier licencia o a los políticos más intrépidos en áreas de poder cercanas al mundo del ladrillo se les aporte un flujo emocional espontáneo y gratuito de los lugares mas cálidos de la zona, siempre, contigua a la de su influencia. Todo es mentira y yo debo decir, sin saberlo, “y si sé algo es porque me lo han dicho”, que en esos lugares, como el Micaelo, o las Cafeterías que hay alrededor del Astoria, en Valencia, todo lo que hay es absolutamente legal aunque distraído, eso sí, pero digno y muy oscuro, eso también, pero lo son como las estatuas ennegrecidas que lucen en la cubierta del Micaelo, desafiando el buen gusto visual y paisajístico como nadie. Es mentira todo, ni siquiera es cierto que esas copas o cafés, Dios dirá, que allí se toman, se puedan tomar a cualquier hora y en cualquier cama.
A lo mejor, que será a lo peor, puede que algo haya de eso, pero me parece a mi, que de lo que más hay es golfería pura del que está hasta lmc de trabajar como un león y le parece que es la hora de hacerse un homenaje golfo a costa de la empresa.
“Oye, Enrique, yo he visto en compañeros tuyos, que ponían en la nota de gastos que pasaban a su empresa hasta los nombres falsos de cualquier político o funcionario de lujo para justificar sus juergas” – No me lo puedo creer, Juan, ¿eso se puede hacer?
Todo es tan falso como aquello que le imputaron a un Forjador cuando le recriminaba el juez haber insultado y casi ahorcado a su ayudante cuando éste le echó encima el magma líquido en una mano. El acusado dijo la verdad:
“Señoría yo no le insulté ni le agredí, solo le dije: hombre de Dios, otra vez vete con mas cuidado pues me has echado en la mano el hierro fundido y eso duele, ¿sabes? y luego le empujé un poco para que él no se quemara también, con tan mala suerte, eso sí, que le metí la mano en su garganta y le pude hacer daño, pero fue sin querer”
A mi cariño, todo esto me pilla muy mayor y casi no me acuerdo de nada ni de nadie, pero si me acuerdo algún día de algo, prometo contarlo, aunque sea en el confesionario del Padre Damián.
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