Ayer me quejaba, dulcemente, sobre la inestabilidad que me produce ver que nadie, o muchos, no son capaces de mantenerse en sus formas como seres de este planeta y de esta era. “Enrique, te estás haciendo un abuelo cascarrabias sin remedio” – No, no creo que sea eso, quizás, lo que pasa, es que me estaré reconvirtiendo, nuevamente, en un romántico recalcitrante en un mundo de tinieblas insidiosas que me atenazan el espíritu y las pelotas, claro.
Ayer, una buena amiga, la que se encarga de las cosas de Alicante, me contestó a uno de esos enrabiados post que sobre las normas y los cajones acabé enviándole anteayer a todo el mundo, incluso a ella.
Lo mejor fue que, mi amiga, me contestó de la misma manera que yo podía hacerlo a aquellos clientes de alguna de esas promociones de viviendas que se atascan en los acabados y que al entregarlas, a pesar de que has dado todo tipo de instrucciones y medios, para que ningún cliente quede desatendido, resulta que al final, Doña Juana, esa fina señora, viuda de ilustre médico y de mejor familia, aún si cabe, va y te dice: “Don Enrique, han venido tres veces a arreglarme la corredera del salón y sigue como el primer día, pero el caso es que el aire acondicionado no funciona en la habitación de los niños y ya han venido también dos veces y todo sigue igual.”
Yo, igual que mi amiga, la que se encarga de las cosas de Alicante, le contesté lo mismo que ella me ha dicho hoy; “Doña Juana, para algunas cosas, ….., pues no tengo explicación” y eso, sin duda alguna, será cierto, lamentable, pero cierto.
Para mas INRI, y antes de irme a la zona noble de mi entorno cercano, diré que un pobre admirador de esos de los que “tanto presumo” últimamente, se metió en mi facebook a decirnos que lo de que en la playa los ciclistas vayan por donde los peatones y que los coches de la poli y la cruz roja se suban a las aceras pues es algo que es así desde tiempo inmemorial y que por tanto eso es lo que hay, al que le guste bien y al que no pues que se vaya a otra playa. Lo cierto es que con individuos así, lo del alzamiento nacional del 36 todavía estaría imperando por nuestras casas.
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