16 noviembre 2010
Te levantas con la ilusión de que hoy va a ser un día especial. Te levantas mas temprano y no sabes por qué. Estás ya casi con un pie en el coche y aún no te has duchado. Te estás marchando pero aún no has tomado ni el café reparador. “Tranquilo, Enrique, tendrás todo el día para verlos”.
Así es como empieza un día en el que ejerces de patriarca, cargo que ostento a pesar de mi juventud, no os vayáis a pensar que tengo doscientos años, que por ser abuelo, se puede ser mayor, pero no hace falta ser viejo.
Lo mejor del día, ahora que no me oye nadie, fue la “bronca” de la madre de los enanos cuando me dice al llegar al baño, después de haberme quedado al cuidado de dos de ellos mientras ella preparaba al tercero: “Avi, yo creía que los había dejado con un adulto, ¿como se han podido empapar así de agua, vestidos que están, aún, los niños?, pero y tú mismo, Avi, ¿has visto como estás de agua?”. Y es que estos jóvenes de hoy no nos entienden, a mi, a pesar de mi edad, no hay niño que me eche agua sin que yo le conteste, que caray.
Un día con ellos, y hasta dos, son el alimento necesario para calmar el hambre de la esencia de la vida.
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Vaya, vaya con los nets,,,,,,
ResponderEliminarNo cambies nunca!
Aún te falta mucho para ello, pero ya verás, es como con los hijos, pero mucho mejor, aún.
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