“Mira, Enrique, tú ya sabes como soy yo, me gusta ser cariñoso, adulador y reparto más besos que recibe la mano del Papa de Roma, pero se acabó, estoy hoy mas jodido que de costumbre. El Domingo va Juani, mi mujer, y me dice: Juan, deja ya de hacer tantas gracias a todo el mundo y especialmente a la mamá de Jaime porque resulta que me la he encontrado en los lavabos y me ha dicho, delante de todas, que a ver si le doy a mi marido lo que necesita porque te ve muy salido con tanto beso con el “holaquetal” y tanto adularlas a todas todo el tiempo. ¿Qué te parece, Enrique?”
Así estaba hoy Juan, algo mas triste de lo normal, pues él es, efectivamente, así, alegre, algo adulador, es verdad, pero reparte alegría por donde va. Nunca tiene una mala palabra, siempre contento, siempre animando a todo el mundo. No sé, al final, llego a creer que el mundo está lleno de gente mezquina que conviene olvidar.
Mira Juan, nadie es perfecto, pero no debes hacer caso, hay gente así, aunque a veces no se quien es mas mezquino, si quien lo dice o quien te lo cuenta que lo dice, no hagas caso, yo mismo, a veces, me siento igual. No hagas caso y no cambies aunque algún día te den algún palo injusto y dile a Juani, que eso, cuando lo oiga, pues que se lo calle o te lo diga con acento, de otra manera te va a enredar los sentimientos del día. Suerte, Juan y no te canses de ser así, al menos conmigo.
Menos mal que siempre nos quedarán ellos.
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