Debería alegrarme de que, al fin, se hiciere algo sobre el asunto del control de los desmanes que los ciudadanos cometemos a la hora de cerrar cubiertas de áticos, las exentas y las terrazas de salón y de cocina de nuestras viviendas. Hacemos barbaridades por un simple y humano acto de vanidad con en el que nos permitimos singularizar nuestras casas. Debería alegrarme, pero no lo hago porque se que no servirá de mucho a menos que se haga algo más. Veamos:
- O sea, yo cierro mi terraza, la del salón, con tres hojas aluminio Gris y el vecino de abajo lo hace en rojo y con cuatro hojas. Genial.
- Habrá que lamentar, eternamente, vivir en algún grupo de Adosados en el que el vecino del extremo, el que da a la calle principal, decide alicatar con azulejo granadino el interior de su terraza dándole un toque de lo mas singular y especial al conjunto. “Ah, tu vives ahí donde lo del alicatado rojizo granadino en la fachada, ¿verdad?”
- El del noveno, al que le han dado el uso privativo, que no la propiedad, de la terraza que queda justo encima de su vivienda, ha decidido montarse allí unos caserones de madera noble, africana, dando una sensación de safari que asusta al que se acerque o al que lo vea desde la calle si no se suicida ante tanta horrorosidad.
- A otro le da por colgar la antena parabólica en la fachada, colgar la máquina del aire acondicionado o arrear un palo definitivo al edificio echándose una mas con toldo de un verde precioso que contrasta con el de la mayoría que son azules, amarillos o tipo funda de colchón, por ejemplo, formando un incontenible, variado y muy precioso, paisaje.
- Toallas colgadas de las barandillas de fachada, lamas de la celosía del lavadero arrancadas para que veamos mejor su ropa interior limpia y la doble ventana con vidrios de color ahumado, culminan el éxito de la ordinariez y el mal gusto
Ya es un “delito” que ensucien nuestras calles sin pudor, ni control, alguno tirando paquetes de tabaco, bolsas y todo tipo de basura por las ventanas de cualquier coche, por ejemplo, pero para mi es mucho más grave que ensucien nuestra fachada urbana con tanto desmán por parte de esos atrevidos moradores que crecidos por la lenidad de la Guardia Urbana Municipal y de quien los gobierna, que se han quedado ciegos o mudos para no ver ni denunciar lo que ve todo el mundo menos ellos, pues decía que esos moradores se crecen ante tanta impunidad y hacen verdaderas diabluras, obscenas a la vista, en su desenfreno. La basura que derraman esos descerebrados por las ventanillas de sus coches se puede limpiar, lo que vemos en las fachadas es más difícil.
El Ayuntamiento de Alicante, ahora, quiere arreglar lo que toda la vida ha permitido, en un noble intento de decir ¡basta ya!, pero me parece que si no se está seguro de poderlo controlar, lo que debiera hacerse, al menos, sería lo de concretar una ordenanza donde marcase los límites de la permisividad, de la armonía, de la uniformidad y del abuso. No basta solo con sancionar, es lo mismo que lo de las Plazas de Minusválidos a cuyos infractores, es decir, a los que las usan de modo indebido por carecer de distintivo autorizante, solo hace falta que les digan que les van a matar porque no hay nada que hacer, saben que nunca les pasa nada, no pagan ni las multas, “paqué”, las tiran al suelo en el mismo lugar donde les sancionan.
Ojalá me equivoque, pero esa noble intención municipal acabará en nada y mucho más cuando el encargado de la Propaganda del Partido en el poder se instale en la Campaña Electoral, abroncará, inmediatamente, a nuestra Alcaldesa para que desista de tocar las pelotas al personal y le ordene que nada de eso de multar a nadie, que los votos se van a la oposición por cualquier tontería.
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