miércoles, 23 de febrero de 2011

Insolidaridad: No es cosa de la edad


23 febrero 2011


Ayer clamaba por la venganza divina hacia las generaciones que han permitido que esta juventud de hoy, la que no entiende el “porqué les ha tocado a ellos esta crisis, coño”, fuera una cosa inteligible aunque no sé si necesaria. Lo más fácil, a menudo, y que se incrementa con el paso de los años en la persona que opina, es echarle la culpa del mal rollo de los jóvenes,  de las malas formas y de la transgresión constante de todo cuanto les rodea, a su mala educación y a su falta de acatamiento de las normas de convivencia, por no decir otra cosa. Y eso sí, cuanto más jóvenes aún más, los vemos mas endemoniados que nunca. El caso es que cuando te paras a pensarlo, y eso me tranquiliza, me doy cuenta que eso ya lo contaba mi Abuelo, primero, y mi Padre, después. Definitivamente, y en eso estoy, me he convertido en mi Padre, lo cual, sin duda, debe alegrarme, pero no me hace ninguna gracia cuando me lo cuentan otros en tono despectivo y genérico.

Pero esta mañana, en plena crisis del pensamiento crítico generacional, observo, con gran deleite de mis neuronas, las que se quedaron sin envejecer, que eso no es siempre así, lo de la transgresión, las malas formas y los gestos insolidarios, hoy me he visto en un Parking público y he visto un coche perfectamente aparcado entre dos plazas, con un par, y he pensado lo lógico a mi edad: “Menudo zángano será el niñato/a ese/a que habrá sido capaz de aparcar así”.  Dejo la foto y luego desvelo su identidad ….




Cuando ya estaba arrancando, mientras pensaba en el insolidario conductor del auto vecino, veo que una señora, bastante más mayor que yo, incluso, se acerca al coche, pasando de mi y de mi maniobra, pues ella ejercía el derecho al yo primero que yo tanto “admiro” y mirándome con cara de “y este que leñe mira”, se montó en él, en el coche de amplio aparcar, tan ancha y de modo tan insolidario como soberbio, tanto como seguramente ella, a su edad, criticará tan dignamente en otros más jóvenes. De pena.

Si alguien conoce a esa propietaria, “porfa”, contarle que eso no se hace y mucho menos a su edad, eso tiene doble pena, es la edad de dar ejemplo, para fumarse porros, beber desaforadamente, hablar de la mierda, manosearse en cualquier esquina y aparcar entre dos plazas, hay otras horas y otra edad, ¿verdad?

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