sábado, 7 de mayo de 2011

El Mar y Cohonesto


7 mayo 2011


Si, no podría estar sin él, es como si me dijeran que no voy a ver mas a mis nietos, eso está mas claro, ¿verdad?, pues eso es lo que digo. Torpe está el día y torpe estoy yo, así son mis sábados, parece que el mundo no anda, o anda demasiado deprisa, según donde vaya, como siempre, resulta que los que tienen que darme algo parece que lleven el es3 encima de la pelvis y me ponen hasta nervioso, pero cuando me toca a mi hacer algo, entonces me sucede todo lo contrario: No atino a meter el hilo en la aguja, con gafas o sin gafas, un desespero constante. Con este ánimo me acerco un momento a verle y está como siempre, pletórico y bien acompañado. Algún día quiero ser como él, quizás no tarde tanto en serlo, es inmenso, indómito y eterno, él es todo lo que se puede desear ser.

Mas tarde me refugio en la Casa de mi director de Prensa y desde allí me veo con Cohonesto que también, como yo, anda muy espabilado mentalmente, es decir, como un torrente de fuerza e imaginación, quien lo diría, a mi edad y sin abuela que me lo pueda decir, jo, que bien estoy yo y yo con él, con ellos, con los dos. No hace falta decirles muchas cosas, basta con oírlos, ¿lo habéis probado alguna vez? 

Es fantástico, el uno con sus olas y su olor tan especial, el otro te habla con sus hojas y por toda la savia que rezuma por su tronco envidiable. Un sábado con ellos es un sábado normalmente relajado. Si tenéis ocasión, acercaros a verlos, no os arrepentiréis, es como lo del Zen, pero a lo crudo, mas natural, no lo dejes para mañana, cuando te das cuenta han pasado treinta años y nunca has tenido tiempo de hacerlo, descubres, con rabia, que ese mañana ha sido nunca o casi nunca.
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