miércoles, 29 de junio de 2011

La Noche que volví a ver a Juanito Calvo


29 junio 2011


Una noche movida y un resorte benigno, hacen que te des cuenta de lo que las cosas pueden valer o que sentido tiene vivirlas.
La una y media de la madrugada y unos tremendos golpes en la puerta a la voz de ¡¡¡¡fuego, fuego!!!!, hacían que hirvieran las almas propias y las de mis vecinos. Luego la cosa no fue a mas, se quedó en un espectacular susto, pero ver a los Bomberos en medio de la escalera con sus mangueras y dando órdenes por doquier, junto al alarmante humo, no es nada que se olvide fácilmente, ni que te impida meditar toda la noche sobre ciertas posibilidades que maneja el código de barras que llevamos en alguna parte de alguno de nuestro genes. Manos cogidas, toda la noche, sin soltarnos para nada, apretando, de vez en cuando una mirada con ojos cristalinos y algún abrazo. “Solo ha sido un aviso, Enrique
Juanito Calvo es ese extraordinario Ingeniero Técnico de O.P. que conocí en los 80 y pocos cuando él era el Director de las Obras de Urbanización del PP I/5- Castillo Ansaldo de Alicante y cuando nos partíamos las piernas jugando al Fulbito en el Pabellón Municipal, algunas tardes de verano. Desde hace muchos años, Juanito se pasó al Área de Bomberos y desde que murió Alfonso Prats ejerce como Jefe del Servicio o algo parecido pues la compleja organización administrativa del Cuerpo no me la conozco muy bien. Anoche mientras bajábamos, apresuradamente, las escaleras de nuestro edificio ante la alarma creada, al llegar al primer piso, allí estaba él, Juanito con su cara bonachona de siempre y dando la seguridad que acostumbra, nos impidió el paso, nos pidió que volviéramos a casa y que cerráramos bien todas las puertas RF y nada más, pues aquello estaba solucionándose. Verlo allí envuelto en humo,  con su inmenso casco, siempre sonriente, afable y tranquilizador, nos devolvió la cordura  y la serenidad que habíamos perdido hacía unos minutos. La eficacia, muchas veces, no es nada si no va  acompañada de una enorme sensatez en el trato y de grandes dosis de sicología.

Hacía cinco años que no lo veía, desde mi despedida de Metrovacesa en esa comida a escote en el templo de la Quintería de San Juan, un día inolvidable, pero el de anoche, el encuentro de anoche, también lo fue. Gracias Juanito, gracias amigos Bomberos, vaya con ello mi sincera felicitación por esa eficaz labor de anoche que va mas allá de un simple apagar un fuego. Gracias, cuando pueda os devuelvo el favor, pero no me pidáis dinero, aquí ya no hay, solo pedirme amor y favores que no es poco, de eso aún tengo algunos baúles por estrenar.
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