09 noviembre 2011
Me cogía de la mano, me hacía ir por donde ella quería y yo me dejaba. Siéntate, me decía, y yo me sentaba en el suelo. Ponte en la fila y yo me alineaba como uno mas. Ahora veamos, mandaba ella, la de Bob Esponja y hasta me parecía verla. Y ahora a la cocina a comer "papas" y allí estaba yo sentado esperando con un imaginario plato que ella me sirviera. Puso música, la de "con la pasta y el cepillo a mis dientes le doy brillo", o algo así y hasta me la aprendí. Luego, como lo había prometido, la llevé a Las Bolas de La Condomina y allí pude descansar un ratito mientras ella jugaba y saltaba por todos esos rincones y aventuras que ofrece ese escenario. Dios, si estás ahí, gracias, creo que me quiere y mucho.
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Lo que consigue un peque no lo consigue un adulto y es verdad, son tan monos como diablos, pero se les quiere a estos renacuajos un montón.
ResponderEliminarNunca dejes de quererla tú más. "Malcriar" a una nieta es lo más bello del mundo, a pesar de los rapapolvos de los padres.
ResponderEliminarAl fin y al cabo es tu nieta antes que su hija ¿no?
Un abrazo, Enrique.
No quiero ser aguafiestas, pero no olvidemos tampoco que los niños son muy interesados y quieren a los que les obedecen y satisfacen sus caprichos. Son pequeños dictadores.
ResponderEliminar"Que dulce condena" que diria Calamaro.......jeje
ResponderEliminarEva, no lo dudes, son lo mejor que me ha pasado en esta vida después de Maribel. Ya lo verás, cuando te toque.
ResponderEliminarGracias Antonio C, es el mejor oficio que he tenido. Una delicia, de saberlo me hubiera apuntado mucho antes.
ResponderEliminarBucan: Dices lo mismo que me dice Maribel. O sea que ... Siiiiiiiiiiiiiiiiiiii
ResponderEliminarDulce y, seguramente, corta, condena, argy. Una delicia.
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