El me miraba con cara de aquél que está viendo al que está tumbado en la arena apuntando a su gaznate una de esas enormes espadas que lucían los “Espartacos” de la época, sin que nadie haya explicado jamás a que gimnasio iban para tener tanta fuerza, por cierto, pero no nos desviemos, decía que me miraba como perdonándome la vida y yo estaba tenso, erecto, oído derecho abierto, barriga llena de esa cosa asquerosa que parece moco cuando te hacen una ecografía y yo, aunque había madrugado mas que nunca, mejor dicho, no había dormido apenas, expectante, yo estaba a punto de fenecer de un coágulo cardiaco proximal. Pero él, en su clásico gesto de Médico de Élite, me dice: “Tienes tal inflamación que no se ve nada, Enrique” – ¿Y? – “”Pues nada, te doy una resma de recetas que atacarán el mal con contundencia para que baje la inflamación y en un mes al quirófano”. Pues bien de momento, al oír tal sentencia, no sabes muy bien qué hacer, no sabes si darle un beso a Bartolomé o ponerte a llorar pensando que si en la resma no hay ningún ingrediente que arregle la cosa, la noche va a a ser peor que la electoral cuando el Referéndum de la OTAN de Felipe. Lo demás no tiene importancia, bueno sí, pero no viene al caso, pero, de golpe, me viene a la zona V de mi disco sesudo una frase que, hablando de salud, no olvido: “…....sin embargo sentía una gran nostalgia, de qué no podría decirlo, pero era una gran nostalgia de una vida pasada y de una vida futura, sostiene Pereira”.
“Y me permito hacerles un ruego: si en algún momento tropiezan con una historia, o con alguna de las criaturas que transmiten mi libros, por favor créanselos. Créanselos porque me las he inventado”. (Final del discurso de Ana María Matute al recibir el Premio Cervantes 2010)
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Animo amigo que eso no es nada verás.Recibe todo mi apoyo.......Voy a ver si busco esa canción.
ResponderEliminarGracias, argy, muy agradecido
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