sábado, 24 de diciembre de 2011

Tapón de corcho: Curativo entre las redondeces


24 diciembre 2011


Antes de marcharme a la parte de la casa que mejor huele para preparar lo que sea para esta Nochebuena que ya está aquí, diré que la conferencia de anoche, volver a ella con todo el esplendor, es siempre algo inolvidable. Ver al Mago Aranda, a Jaime, a Suso, a Tino, en fin, a todos, es siempre algo que te reserva grandes lágrimas ocultas y que, cada vez más, cuesta disimularlas.

Ay, los lavabos, eso si es un lugar de tertulia edificante y sabrosa. Allí te encuentras al de Ibi que te dice: “¿Pero Enrique, como puedes tú llevar 45 años con la misma mujer?”. Cachondo, ¿verdad?, pues eso no es nada. Pablo, a sus 82, me enseña que solo el agua fría activa la sangre y que él se hace unos chorros en determinado Spa que saliendo del suelo le riegan toda la parte ventral, piernas y resto de cosas colgantes. “Enrique, el frio activa la sangre y elimina el veneno de la carne. Ventosidades, orín y/o lo que sea, se activa todo. Pruébalo”.

Pablo es un ejemplo a seguir: “Enrique, me propuse dos cosas hace mil años. Una era la de hacerme rico y ya lo soy y la segunda es vivir hasta los 100”. Mil consejos me da sobre la comida natural y otras formas de vivir de forma sana y saludable. Impagable.

Tino me dice que su dieta le permite comer jamón pero solo si es bueno y yo, sin saber por qué, le di un gran abrazo y, casi a la vez, Suso con su verbo casi me hace llorar al contarme lo preocupado que le he tenido.

Pero la salsa picante intelectopensante y arrugante de la noche llegó de una compañera de mesa tertuliana. Estaba yo a punto de desmayarme de agotamiento tras un día ya muy largo y cistoscopiano, cuando veo, de pronto y sin avisar,  un precioso tapón de corcho de botella de vino sobre una de las sillas. Lo cojo y mi Bacardiciliana de enfrente me dice: “Es mío”, mientras yo lo tenía entre mis dedos a la vez que pensaba; “Ya me la han pegado, se han bebido una de vino y ni me han avisado”. Pero NO, no era eso, resulta que eso era una herramienta curativa, si, he dicho curativa, pues resulta que eso se pone entre los dos pechos, en el escote, y provoca efectos curativos en los senos. Estuve un par de minutos sin respirar, pensando si lo que acababa de oír era una guasa o era una temblorosa realidad y al ver que la cosa cuajaba en el resto entonces, sin ningún recato, dije: “Tienes dos más, guapa” y cuando me preguntó, burlonamente, ¿Por qué?, entonces le dije que los necesitaba para acomodar y restaurar mis estropeados bultos colgantes por debajo y al lado, de la parte mas masculina que me queda. El cachondeo fue general, claro, pero yo me he dado cuenta que lo de ir a rezar a Santa María, toda la tarde, como hice ayer y hoy, a veces, es efectivo.

Feliz Navidad, amigos. Sed felices hoy, nunca se sabe si mañana podréis/podremos serlo.