lunes, 12 de marzo de 2012

Mi Instancia

12 marzo 2012 

A veces cuando alguien te pregunta si te identificas con determinado personaje, sea artista, político o pura parte de la historia, parece como si al hacerlo, te estigmatizaran o te etiquetaran sin mayor remedio, ni necesidad de hacerlo, es decir: Si te gusta Milanés es que eres mas rojo que el azafrán o si te gusta Julio Iglesias entonces eres mas azul que la del Punt º Roma. Pensaba, yo, que tengo amigos de todos los colores en esta cruel forma de etiquetar al personal, algunos, artistas famosos que, siendo de mi total devoción, me ha disgustado que se hayan identificado con Políticos y Pensadores aún vivos. Es estúpido hacerlo. Si eres de izquierdas y eres un cantante y/o cantautor famoso, es poco inteligente apoyar campañas políticas de algunos que han acabado ante los tribunales de Justicia, como es el caso de muchos de ellos. Lo mismo sucede a la hora de ponerle nombre a algunas calles, en las que algunos de los Callejeados resulta que están en las listas del Brugal o de cualquier otro nefasto caso de corrupción desmedida, tan habitual en estos tiempos.

Pero mi interlocutor matutino, con sus seis años de paro, a sus 62, Quim, se plantea el suicidio involuntario, es decir, no hace ni una a derechas para cuidar su salud, su aspecto empieza a ser deplorable y sus amistades empiezan a cruzar la calle cuando lo ven venir en sus largos paseos diarios en busca de algo de comprensión, pues las soluciones ya sabe que no llegarán nunca. Pero hoy ha tropezado conmigo, nos hemos abrazado, hemos soltado algo de moco babeante cuando nos hemos puesto a recordar los viejos tiempos, le he dado dos direcciones de amigos que a lo mejor lo meten a vigilante de noche de una huerta en Murcia a la que les roban todo, día si, día también. Él adornando el alma con dos carajillos de Carlos III y yo con mis dos cortados de rigor, hemos repasado la historia de muchos que han decidido etiquetarse, mientras a otros les falta el aliento y la razón de vivir. Al final, como dos verdaderos gilis, nos hemos puesto a cantar, “¿Te acuerdas, Enrique, cuando cantábamos esa de  …” :


Esta instancia, con unos pequeños retoques de identidad, corresponde a una enorme canción que un buen amigo compuso en tiempos en que la verdad parecía estar en otra parte y aunque algunos han cambiado y otros se han decepcionado, muchos aún seguimos estando donde estábamos, donde la razón nos dice que debemos estar. Lo curioso es que la canción y su instancia, siguen en pleno vigor, al menos para mi y para Quim, claro, para él mucho más.



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