sábado, 10 de marzo de 2012

Revitalizado

10 marzo 2012

Los sábados, ay los sábados. No hay quien se levante. Hay zonas de mi cuerpo que ni siquiera sabía que tenían músculos. Todos me duelen, bueno, unos mas que otros, pero todo lo que se hace con ganas ni duele, ni cansa. Dejar atrás, en la memoria, lo que anoche sucedió no es algo que deba o pueda, interesar a nadie, claro, pero si algo de lo que sucedió tiene que ver con las poco trasladables imágenes del sentirse en propiedad de la amistad es ya algo que aún interesa menos.

Me sentía distinto, la comida del mediodía había sido tremendamente dietética, es decir, a tope, por eso, esa alegría que me salía por los poros una vez resuelta la primera y aburrida conferencia semanal que ayer trataba sobre: “La perspicacia de la mujer vs. la estupidez del hombre maduro”, tema que, naturalmente, ni pude, ni quise aportar al debate, entonces el cuerpo empezó a decir; aquí estamos, Enrique, queremos marcha.

Extrañamente, anoche había gente en todas partes, quiero decir que había mas gente que últimamente. Los Viernes la Nuit son un fiel reflejo y barómetro, de la crisis.  Las mujeres parecían tocadas por el diablo a la hora de emparejarse con él, con sus danzas peleonas. Mientras tanto los hombres maduros estaban tocados por la soberbia del que se siente seguro ignorando la pregunta de si es pecado tener soberbia de Dios, tonteando en espíritu con Él con el tubo en mano y codo en barra. El de la música estaba como nunca y el público aplaudía a rabiar. Era la noche mágica, me sentía bien, tenía mas fuerzas que nunca y ellos, si, ellos, tenían la culpa.




Al final de la noche, mientras intentaba no asustarme del mas que probable bajón físico que mañana sufriría como consecuencia de mis excesos nocturnos, llegamos a la conclusión de que cuando la moral es alta, el cuerpo resiste hasta límites infinitos, aunque, claro, al final te acaba pasando factura. Consumir energía interna, aunque sea de modo orgiástico y feliz, nunca es gratis. Yo, a la vista de lo que el cuerpo aguantaba, decidí abrazarme a mi amigo “El Periódico vivo”, ayer portado por un Mago de lujo al cual acabé declarándole amor eterno, o algo así, claro que a los mas jóvenes eso no les hace daño, ni se lo creen, como debe ser, lo demás es sufrir en balde.

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