El lugar en el que nos sentimos felices

Un buen y joven amigo, ayer, me decía que: “Enrique: Qué día comemos”… cuando quieras, yo dije….

14 julio 2012

Dos encuentros muy emotivos en un día poco natural para ello. Juan, en su mas que notoria crisis emocional, me para en el mismo quiosco de nuestro amigo Antonio, y me dice, cuando yo le pregunto sobre sus vacaciones:  “Enrique, para mi las vacaciones son andar, ver, beber y comer. A Luci,  aunque la quiero mucho, nada de lo que a mi me gusta le gusta, prefiero quedarme en El Campello, allí tengo mi carajillo en el Pirata y mis mañanas andariegas con papas fritas y mi carajillo incluido ¿Paqué me quiero ir de viaje?- Aquí soy muy feliz. Yo la quiero feliz, y yo lo quiero, ella dio todo por mi y yo, cada vez, la quiero mas”

Feliz sábado amigos y, ah, que la Prima de Riesgo no os apriete, basta con daros un paseo por Playa san Juan, en mi caso, o por cualquiera de esos recorridos que a todos tanto nos vitaliza para ello. No hay lugar ideal, solo hay el lugar en el que nos sentimos felices.

Dicen que para el denominado macho ibérico, ver a sus hijos corretear por la orilla del mar, mientras la madre ibérica cuida de sus deambulares mediterráneos, desde la vista que ofrece cualquier chiringuito cervecero, de sus descendientes, es un placer que solo los antiguos ocupantes ibéricos fueron capaces de disfrutar. Hoy, quizás, es un placer que veo muy reivindicado y utilizado al cual, sin duda, con dos padrenuestros y 50 avemarías por medio, por lo que sin arrepentirme por ello, me atrevo a apuntarme: Cuestión de formación, claro. Viva la madre QNP*.

*: Que Nos Presentó al mundo

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