Me llama un buen amigo y, sin apenas poder articular palabra, me dice: “Enrique, eres un cachondo, mira que llevo tiempo leyendo tu blog, pero nunca me había dado cuenta de que existían unos enlaces en la firma de tus artículos y, claro, al pinchar sobre el penúltimo, pues si, me he dado cuenta de que eres un cachondo”
Esto que acaba de contarme mi amigo, al que mantendré en el anonimato, demuestra que eso de los enlaces en las firmas y, casi en todos los lugares de una web, es algo que la enorme prisa del internauta no le permite cliquearlo. Probadlo, poned un enlace cachondo en cualquier página vuestra y solo tenéis que esperar a que alguien os diga: “Pero amigo, como has puesto eso ahí” – A mi me han tardado 8 meses a que uno solo me lo diga.
Ya veis, cachondo, si, es posible, pero siempre observando. Por tanto no paguéis por un enlace en una página que no sea de contenido exclusivo de enlaces, ese pudiera ser el mensaje y, ah, el enlace al que se refiere mi amigo lo puse ahí y en las firmas de mi correo-e, en protesta a la actitud inquisitoria de Google con este tipo de elegantes y sugerentes fotografías, que las elimina sin más.
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