Adornar las excelencias de otros

11 agosto 2012

Me miraba, con esa bonita y juvenil cara, que siempre muestran las niñas guapas. Mientras lo hacía, vi como le apretaba la mano a su querido Armando, se sonreía y mientras nos miraba apoyaba la cabeza en el hombro de él. Durante un buen rato intenté mantener una conversación desenfadada, propia de mi manera de vivir la nocturnidad y de mis dos Bacardí-Cola, que ayer se hicieron mas necesarios que nunca, pues el riesgo a morir desangrado de sudor, era mas que una amenaza latente, era una realidad. Tras alguna que otra sonrisa de nuestra querida y adorable contertulia, a la que su querido Armando asentía con cara de felicidad, ella mostró la mas resplandeciente de toda la noche y, entonces,  no pude evitar preguntarle con la mirada, al mas puro estilo inglés, lanzando un gestual Why? que fue rápidamente contestado por mi adorable y simpática vecina de tertulia nocturna: “Es que son ustedes estupendos, siempre están cogiéndose de la mano, siempre están riendo, siempre tienen un gesto cariñoso el uno hacia el otro, sin importarles quien les ve y quien les oye, lo hacen con discreción, pero desbordan eso que tanto encontramos a faltar en otras parejas. ………………..” – A Maribel le hizo una gracia enorme, claro y a mi se me pusieron los ojos como si el mismo virus ocular que me produce esa extraña y ya acomodada conjuntivitis ocular, hubiera renacido con toda su fuerza, en ese mismo instante. Cierto o no, eso quizás, ahora, sea lo menos importante, lo que si me parece adorable y plausible, es que haya personas que, como mi querida Gladys, se dediquen a repartir felices adornos verbales de las excelencias que saben ver en otras personas, una cualidad que, desgraciadamente, no abunda. Una lástima ¿Verdad? Hoy intentaré practicar con ello ¿Te animas tú a hacer lo mismo?

Gracias Gladys, gracias Armando, sois estupendos.

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