julio 2012
06 septiembre 2012 (11 septiembre 2009)
Llegaron y arrasaron, me lo comí todo y ellos me dieron otro trocito de vida que me hacía falta.
Estuvimos un rato solos con ellos, les cantamos muchas canciones, les mareé, les di besos, hasta le puse el dedo en la barriga al enano mas enano, con lo del “Pantxo li va di al Pintxo”.
Les canté varias canciones pero yo estaba lejos y estaba muy cerca, allí con ellos y conmigo, estaba cantando otra canción en un escenario muy lejano pero muy real. Un decorado que se quedó en mi cajita de los recuerdos, junto al libro de visitas de la primera comunión y al del cuarto de las fotos de la Planta tercera de Bonaire 5, allá en la vieja Barceloneta, y al lado de mi caja de soldados de la Policía Montada.
Siempre se está en forma para un día de sonrisas y recuerdos, de besos y risas, de abrazos y felicidad, y eso se sabe, en el momento que lo reflejas en un escrito. Enhorabuena
ResponderEliminarEs cierto, voy notando que el alma vuelve a madurar, si, como si le echaran vino en el alcorque. Gracias yolanda, ya ves, jo vaix poquet a poquet.
EliminarLos recuerdos son también para los pequeños que acunas, besas y cantas, tienen un gran abuelo y tus hijos un gran padre del cual estan orgullosos.
ResponderEliminarUn beso Enrique
Gracias Eva, eres un ángel.
EliminarPor lo que veo eres un crack de abuelo. Llevo tiempo sin apenas tiempo (valga la redundancia) para dedicar al blog. Me apetecía pasarme por aquí y saludarte, así que UN SALUDO ENRIQUE.
ResponderEliminarGracias Pepe deapié. Un saludo cordial.
EliminarQue mayores están ya........lo he visto crecer a través de las fotos que pones por aqui. Que dulce condena, sin lugar a dudas eh?
ResponderEliminarSi, amigo Antonio, muy mayores, ya sabes, mrir dulcemente con ellos.
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