¿Si me quieres yo te quiero?
07 octubre 2016
25 enero 2014, 19 junio 2013 y 07 octubre 2012
Levantarte y ver que cada día, de modo sorprendente, te crecen mas los pies y que ya no alcanzas a colocarte el calcetín sin lastimar alguna vértebra sacra, reconocer, hoy mismo, ante el espejo, que el bigote apenas se ve pues ya es todo de un color blanco feo y no negro carbón como lo era cuando te lo dejaste para que el cura te casara a los 23 y si, además, ves que ya no puedes meterte entre dientes una tostada multicereales pues tu nueva condición de pre-celíaco, no te lo permite, entonces te das cuenta que tu vida ha empezado a cambiar seriamente, casi tanto como la del CR7 pero en serio, si mariconerías absurdas, ni tristezas estúpidas.
Esta especie de manifiesto descrito en el párrafo anterior, no viene a cuento, NO, es verdad, y mucho más siendo hoy viernes, si, ese día en el que los ritmos sandungueros y latinos, acabarán poniendo a prueba la resistencia de mis costuras abdominales, después de que ayer me dieran un susto con no sé que dolor en la columna intelectual y la vertebral que aún estoy llorando ahora por ello.
Pero lo cierto es que esta especie de lágrimas de San Pedro, (sabéis que de las lágrimas de San Pedro, en Toledo, se conocen, al menos, unas diez copias originales), lo son porque he tenido un mal sueño, si, uno que me viene al escenario del prime time, cada vez que no puedo explotar en un mitin o en una charla pública y no es otra cosa que la bidireccionalidad del querer. Es inútil querer a una persona solo para que te quiera, necesitas que ella también lo haga, y no estoy hablando de amor intravenosa, amoroso con derecho a sexo, no, hablo del de la relación entre personas.
Ayer, uno de los amigos grandes, (de esos que solemos decir que el número de ellos se cuentan con los dedos), me confesaba que él solo tenía dos grandes amigos en su vida y yo le contesté ... "Juan, yo también te quiero". Luego, dejamos de beber café y pasamos al ron duro y seguimos hablando de todos aquellos que dejamos atrás y de otros que solo se bajaron de nuestro barco sin saber por qué. La amistad es una cosa que, sin darnos cuenta, acabamos poniendo en la montaña de asuntos pendientes de nuestra mesa relacional y, cada vez más, notamos que el interés por mantenerla decrece cuando no hay relación próxima, cuando desaparece el poder del dejado o el buen hacer del que la ofrece o, simplemente, hay otras prioridades mas mundanas y próximas que nos lo impiden. Pudiera parecer lamentable, pero deberemos comprender, por el bien de nuestra salud emocional, que es ley de vida. Yo lo tengo muy asumido, claro, es decir, soy de pocos y escogidos, pero sin preguntarte de que lado del asunto estás, te pregunto: … ¿Y tú?
PD: Me doy cuenta sin apercibirme de ello, dada mi avanzada edad, y mi lamentable senilidad postjuvenil, que estas bloguerías son casi un libro de lamentos y cuentos de tamaño quijotesco. Deberé acudir a los sintetizadores para que me moderen. Mientras ... lo siento, si has llegado hasta aquí, no hay duda, eres un/una héroe.
Pero lo cierto es que esta especie de lágrimas de San Pedro, (sabéis que de las lágrimas de San Pedro, en Toledo, se conocen, al menos, unas diez copias originales), lo son porque he tenido un mal sueño, si, uno que me viene al escenario del prime time, cada vez que no puedo explotar en un mitin o en una charla pública y no es otra cosa que la bidireccionalidad del querer. Es inútil querer a una persona solo para que te quiera, necesitas que ella también lo haga, y no estoy hablando de amor intravenosa, amoroso con derecho a sexo, no, hablo del de la relación entre personas.
Ayer, uno de los amigos grandes, (de esos que solemos decir que el número de ellos se cuentan con los dedos), me confesaba que él solo tenía dos grandes amigos en su vida y yo le contesté ... "Juan, yo también te quiero". Luego, dejamos de beber café y pasamos al ron duro y seguimos hablando de todos aquellos que dejamos atrás y de otros que solo se bajaron de nuestro barco sin saber por qué. La amistad es una cosa que, sin darnos cuenta, acabamos poniendo en la montaña de asuntos pendientes de nuestra mesa relacional y, cada vez más, notamos que el interés por mantenerla decrece cuando no hay relación próxima, cuando desaparece el poder del dejado o el buen hacer del que la ofrece o, simplemente, hay otras prioridades mas mundanas y próximas que nos lo impiden. Pudiera parecer lamentable, pero deberemos comprender, por el bien de nuestra salud emocional, que es ley de vida. Yo lo tengo muy asumido, claro, es decir, soy de pocos y escogidos, pero sin preguntarte de que lado del asunto estás, te pregunto: … ¿Y tú?
PD: Me doy cuenta sin apercibirme de ello, dada mi avanzada edad, y mi lamentable senilidad postjuvenil, que estas bloguerías son casi un libro de lamentos y cuentos de tamaño quijotesco. Deberé acudir a los sintetizadores para que me moderen. Mientras ... lo siento, si has llegado hasta aquí, no hay duda, eres un/una héroe.
enriquetarragófreixes
Solemos confundir amistad con otra cosa, y cuando a esas amistades se le invocan cuestiones que no están a la altura nos confundimos,. Suele ocurrir que hay quien no aprecia los actos de amistad y los confunde, de ahi aquello de " no se ha hecho la miel para la boca del asno",,,,,En todo caso, es muy complicado porque la amistad es cosa de dos, no sólo de uno y se debe trabajar a diario, no sólo cuando la conveniencia no lo dicta. En todo sí no hay sinceridad no hay amistad, es lo que yo creo. Quizás este soñando yo también , no se .....UN saludo
ResponderEliminarNo sueñas, amigo Antonio. En cualquier caso, mi bloguería no esm una queja, ni un lamento siquiera, es solo un relato de lo que veo en demasiadas páginas.
EliminarYo amigos íntimos tengo muy pocos, y como tú dices algunos se bajaron del barco sin saber por qué y otras veces me bajé yo sabiendo lo que hacía.
ResponderEliminarAsí es la vida, querido Enrique.
Besos.
Así es, así es la vida, es bella de por sí, pero aún podría ser mejor.
EliminarUn abrazo de domingo