viernes, 5 de octubre de 2012

Organización, Miró i Martínez, La Calle Robadors y la dulce sensación de sentirse Aparejador



¿Esperar a que caiga?

05 octubre 2012


Siempre me gustó, no es una cuestión de ego, ni de soberbia, ni tan solo de falsa modestia. A mi me gustaba y me gusta, organizar. Si, es como una droga, necesitas darte un chute de organización para seguir vivo. De pequeño, en la Calle Robadors, una de las mas céntricas del chino putero barcelonés de mi juventud, ponía a mis “compas” al punto cuando les hacía ver que si hacíamos una oferta global nos saldría mas barato. "Collons, Enric, tú vas para economista, nene”, me decían esos ácidos amigos catalanes, todos con sus cuatro apellidos, dos a dos, muy de la pose de catalans per l´independencia”, ya sabéis, Miró i Martínez, por ejemplo.

Pero NO, no salí economista, ni económico. Mi querido Agustín se deslomó para que los tres hermanos tuviéramos nuestra carrera, com Deu mana, si, y a mi me dio, por eso de que en Pedralbes había unas tías que estaban muy buenas, según decía el golfillo de Paco mi hermano y me metí en Aparejadores. Nunca soñé que esa profesión fuera a darme tanto. Con veinte ya tenía la carrera terminada, ya era Oficial de Complemento en la Reserva y tenía novia, la novia mas guapa del mundo. ¿Entonces? – Pues entonces me puse a organizar, si, me puse a trabajar en aquella querida y no olvidada CYT, Cubiertas y Tejados S.A. en las que, pobres de ellos, me pusieron a dar caña en el departamento de control presupuestario y luego, ya, casi inmediatamente, a las obras de mis amores.

Cuarenta años de profesión y muchas horas dedicadas a ello me hacen creer que la mas importante de las armas para conseguir ser feliz es, precisamente, tener un trabajo feliz. Organizar los medios de elevación de las obras para la construcción de un edificio, es decir, ¿cuantas grúas?  ¿mejor montacargas o lo combinamos? ¿recorridos del material en las plantas? Hacer un plano de huecos de cada forjado, reorganizar un proyecto deficiente a base de aportar detalles y cambios que mejoren la economía y la organización de la ejecución de las obras era un delirio. La dulce sensación de sentirse aparejador es algo inenarrable y lo digo mientras pienso que en cualquier otro caso y profesión, puede que sea lo mismo, pero la mía, ay, la mía, es única.

A veces, demasiadas, cuando veo a alguno de esos nuevos Aparejadores que corren por las obras, con sus treinta y pocos años, con su vaquero descosido, su barba al uno, pelo Ronaldo y pocas cosas para tomar nota, pienso que yo, sin duda, algún día fui así o quizás no, no lo sabré nunca, pero lo que ya no sé si en este tiempo que vivimos, además de eso, de vivir, se puede ser feliz desarrollando la profesión. En cualquier caso, nadie conoce su destino, pero el destino, mas que seguro, nos espera y que sea mejor o peor, es una cuestión de valor y de amor, si, de amor propio.

Chavales, ánimo, ha habido tiempos peores y aquí yacemos, a lo mejor hay que empezar a ir, otra vez, a la Calle Robadors a aprender el oficio mas primario.


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7 comentarios:

  1. Me ha encantado tu artículo Enrique, sobretodo porque me siento muy identificado.
    O nos buscamos las castañas los jóvenes haciendo lo que se nos da bien, aunque no sea exactamente en lo que nos hemos formado o esto no lo levanta ni las tetas de la Sabrina!

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    1. El ejemplo que nos pones es de lo mas apropiado. Me alegra saber que te ha gustado, pero, no temas, no creo que tú tengas duda alguna sobre cual es el camino, ya verás, es cuestion de estadistica, al final cae la razòn, siempre, del lado de quien la tiene.
      Un abrazo, mi joven amigo.

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  2. Enric, eres para mi un ejemplo en tantas cosas,,,,leo tu artículos y los veo como lecciones de vida que se debían estudiar en los Colegios. Sentido común, templanza, moderación, profesionalidad, discreción, y sobre todas las cosas, como me dijo una persona que te conoce, UN caballero. Un e-abrazo

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    1. Gracias mil mi, ya, entrañable, amigo y protector. Un placer seguirte y sentirte, amigo argy.

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  3. Así es, amigo Enrique. Toda una vida trabajando. Toda una vida aportando para los demás soluciones y ayudas, hayas o no estado cansado, preocupado, etc.
    Ahora nos pueden decir: "... si,claro, pero yo no tengo trabajo y quiero trabajar...". Y, ¿este es el fin de una vida de trabajo? Pero, ¡si en el fin los buenos ganan siempre! Quienes deben seguir llevando la antorcha del relevo no pueden hacerlo. Creo que deberíamos indicarles que existen otros caminos...

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    1. Si, amigo Campillo, una buena iniciativa, si, la que resulta tu propuesta. ¿hay alguien más?
      Un abrazo, amigo

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  4. No dejéis de hacerlo, en especial ambos....

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