sábado, 17 de noviembre de 2012

¿Nosotros fuimos como ellos son ahora?


Pintura de Roberto Ferri

17 noviembre 2012    17 noviembre 2009

Me contaba, hace unos días, mi sucesor que me ve muy centrado en la crítica hacia los conductores malvados que me adelantan a 140 y a los que se salen de las rotondas cuando circulan por el carril interior y sin avisar. Que pongo cara de Herodes cuando veo las clases del Don Severo del curso del 63, emitidas en el 2009, y que me “emociona”, enormemente, el “Sálvame de Noche y La Hestevan“.

No sé por qué me lo dirá, pero empiezo a entenderlo cuando mi querida Jove le dice por teléfono, desde el mismo coche que yo ando conduciendo, a su Marido, que está a unos 30 Km: “Cuando llegues aparcas en el sótano, sube arriba y espéranos en la calle, pues conduce tu padre y aún nos quedan dos manzanas”. No sé, he notado cierta guasa cariñosa en ello.

Pero lo cierto no es que me preocupe lo que me puedan criticar, o valorar, por mi especial forma de ver las cosas. No tenía NPI de jugar al fútbol, en cuanto a virtuosismos personales pudiera tratarse, pero todos los entrenadores me ponían y me querían de capitán en el campo. Empecé en el Atlético de Guinardó con 9 años, luego a la DAMM y acabé en el Espanyol juvenil, donde lo dejé por la Universidad, ya con 18. Nunca me fue mal y nunca fui nada, solo disfruté como un enano u no lo era por tirarme pedos en los vestuarios. Desde entonces, así ha sido siempre con todo, ahora no voy a cambiar, por eso no se lo voy a tener en cuenta a los que dicen que me voy pareciendo, cada vez más, a la Abeja Maya. Eso si me preocupa.

Por eso y por muchas cosas más, un servidor, con todo respeto, hasta pasado mañana no les volveré a hablar de los salvajes que se cruzan en las rotondas desde los carriles centrales, ni de cómo me cargaba con la mano todas las moscas que se ponían en los ojos de las Vacas de L´Alou, cuando tenía 9 años.

No sé, o si sé, o mejor aún, ya voy sabiendo que, al parecer, hay una edad para cada actitud y un tiempo para cada cosa. Hace ya algún tiempo que me voy repitiendo a mi mismo que me estoy convirtiendo en Mi Padre, ahora estoy convencido de que ya lo soy.

Ah, y con todo el “disgusto” que el asunto me ha creado, el jueves próximo, y como venganza, me liquidaré un camión de alcachofas a la barbacoa junto a unos enternecedores entrecots de carne roja, a los que acompañaremos con el vino ese del 82 cuya caja empezamos el día uno, y lo haré hasta morir un poquito más, tanto o igual que como hago cada día. Pero sobretodo lo que haré sin poder evitarlo, es seguir queriéndolos y criticándoles a todos, aunque no a ellos, especialmente.

Pues ahora en serio, y antes tampoco, hay algo que, al parecer, se nos olvida con los años y que acabamos preguntándonos cuando nadie nos ve, ni nos oye:
  • ¿fuimos tan golfos e imperfectos como estos chicos del curso del 63?, ¿o es que hemos pasado por un baño de agua bendita que nos ha afectado, incluso, a la memoria?
No sé, esta noche meditaré sobre el asunto. A lo mejor me doy otro baño de agua bendita y seguiré olvidando como fui.
 

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2 comentarios:

  1. Medita, medita, Enrique, pero con el corazón en la mano, creo que no. La desidia se ha apoderado de muchas personas por falta de ética y objetivos que cumplir.
    ¡Ah!, eso sí, comprobado, el sexo, que para nosotros era un sentimiento, para las nuevas generaciones es un trozo de carne...

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    1. Convincente, como siempre, amigo Campillo. Tendrás razón, claro.

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