martes, 27 de noviembre de 2012

Un coito gripal, frustrado



27 noviembre 2012


Notas que el cuerpo no te deja subir la testa y que en el estómago se ha instalado un roedor. Una fábrica de mocos, no sé si tan verdes como los de mis nietos, no para de producir a la japonesa mas y mas mucosidad que no es capaz de ser expulsada por la nariz y que, supones, irá colando tubo abajo pero que no hace mas que producir náuseas. Toda la noche lloviendo y la fiesta intestinal viene aliviada con un: “Están cayendo millones, Enrique”. La noche se presenta larga, la una, las dos, las tres, vaya, parece que ya me estoy durmiendo. Jo, qué frío. El termostato marca 25º y tengo frío. Las cortinas se han puesto en bañador y el mueble al que un extraordinario diseñador de la instalación del Aire Acondicionado ha conseguido que todo el aire vaya sobre él, está perdiendo color. Pis, tengo pis, iré antes de que me lo haga encima y me entre la depre de la edad perdida. Bien, al menos, el asunto urétrico funciona, los roedores intestinales, también. Zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz, me duermo. Previamente un Enantium y un Pariet para compensar.

Despertar oyendo al Aznar por la Radio me ha descongojado pues nunca le había visto tan modosito. “Pasa que quiere vender un libro, Enrique” – Pero los roedores siguen ahí y, además, la cabeza parece estar rota. “No tienes fiebre, Enrique” – Bien, parece que tengo algo que duele en las estancias del cuerpo donde suele aplicarse y a fondo, la Gripe. ¿Pero si estoy vacunado?, eso no puede ser. “Será, Enrique, que ha estado ahí, para hacérselo contigo y habrá encontrado resistencia y en eso está” – Vale, ¿entonces qué? – Ah, ya sé, es un coito gripal frustrado, eso es, y mis amigos de la cafetulia de La Huerta se han quedado, con esta explicación candente y tensa,  más contentos que mi médico cuando descubrió que yo tenía lo que él ya aventuraba hacía mil años.

Id, con cuidado, yo estoy hecho “mistos” y, aunque me repondré pronto, ya sabéis, este virus ataca al estómago y a la cabeza, pero el resto del cuerpo,  incluso la cosa viril, por dentro y por fuera, lo deja intacto, como el Brazo de Santa Teresa, lo peor, quizás, es que tampoco lo arregla, solo lo deja como está.



 EnriqueTarragóFreixes

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