07 agosto 2013
Cobijarse en las sombras del comercio tradicional buscando algún recuerdo del ayer es lo mismo que hacerlo en lo imposible. "No, Enrique, el cine Maisonnave ya no existe y, además, yo nunca lo conocí" - Eso me decía una guapa comerciante cincuentañera cuando le explicaba que mis padres hicieron su viaje bodas en el 43 y estuvieron en ese cine.
Es lo malo y, también, lo bueno, que tiene preguntar por las rutas del ayer. Te miran como un viejo y romántico mueble que no encuentra su rincón. "Mi abuela, que tiene 93, quizás lo conozca", me dice una simpática clienta, mirándome como si yo fuera el mismo Marco buscando a su mamá.
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