10 noviembre 2013
A mi me lo enseñaron y ahora, mil años después, aún lo practico. Ya no lloro, no protesto y ni siquiera pregunto, salgo a comprar el pan, las verduras y las revistas. Un domingo sin todo eso no es nada, sin ese olor a café que sale de los baritos madrugadores, Sin ese "bon día" que cruzas con esa señora que lleva su bastón y su chal de florecitas, en la Av Santander o ... si, miles de cosas más que solo puedes sentir si lo haces y te haces, como deber ser, un mantenedor de esas viejas costumbres.
Enviado de Samsung Mobile Note II
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Cierto, Enrique. Un domingo sin las costumbres cotidianas no es ni domingo ni nada... El problema es que como la Bolsa está cerrada los domingos no se puede jugar a enriquecerse y sólo nos cabe el pan en ella.
ResponderEliminarUn abrazo, querido amigo.
Si, Antonio, yo salgo muy enriquecido de mis charlas en la cola del pan, son algo único. Un abrazo, amigo
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