jueves, 28 de noviembre de 2013

Inocente animalito

¿Sabemos lo que comemos?

28 noviembre 2013

Estando en Lanzarote, allá por el verano del 86, haciendo un hotel en Teguise-Playa, tenía por costumbre comer con todo el equipo, casi a diario, y los domingos también con ellos y con las familias de los allí desplazados desde la Península. Uno de los encargados, un sábado, se responsabilizó de comprar la carne y el resto de comidas y bebidas para la fiesta. Por la mañana se fue a un corral de un pastor amigo, con toda la familia, y se trajo un cabrito que el hombre, con una habilidad fuera de lo común, cocinó en el magnífico horno de su apartamento. Cuando lo sacó a la mesa y, de modo cruel, contó que era muy fresco por que esta mañana mismo había estado saltando y jugando con los niños. Todos los niños y algunas mujeres, se quedaron horrorizados, se levantaron y se fueron al jardín a llorar la pena y sin probar bocado alguno de nada. Juraron no comer jamás un cabrito o bicho parecido. Muchas veces todos y todas, habían comido cordero y cabrito pero ese día les pareció un asesinato. La diferencia estribaba, con lo sucedido otros días, que a aquel inocente animalito, lo habían conocido.

Esta historia que suena a cuento pero que es absolutamente real podría trasladarse a muchas otras situaciones de semejanza posible. Un buen amigo que viaja todo el año por ser miembro activo de una ONG que actúa en América Central siempre me dice: “Si alguna vez tuvieras la suerte de ver “in situ” lo que hacemos allí por la pobreza, por la educación, por la enfermedad …, en fin, por esas benditas criaturas, seguramente, no darías 21 € al mes, tan solo, darías todo lo que tienes”.


 EnriqueTarragóFreixes

6 comentarios:

  1. Es cierto, querido amigo, cuando lo que posees es tan "peculiar" como en alguno de los países denominados pobres pero en realidad se les ha hecho pobres, debes cargar con ello y tragar con un poco de agua. Ser onnivoros es una desgracia como otra cualquiera. No solo somos caníbales de seres animales y por tanto semejantes, sino que no poseemos ni un ápice de piedad para con ellos.
    Enrique, mañana parto de viaje y estaré fuera quince días. Durante este tiempo sólo aparecerán en el blog post programados y no podré comentar como querría. A la vuelta me pondré al loro del retraso.

    Un fuerte abrazo, Enrique.

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    1. Antonio Campillo, no tienes que justificar tu ausencia, yo, nosotros, tus followers, seguiremos esperàndote. Un abrazo y buen viaje.

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  2. Amigo cada día te estás volviendo más sabio, y tus artículos encerrando cada uno de estos más y más enseñanzas que se debían impartir en las escuelas o talleres al efecto. UN 10!

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    1. Lo tomaré como un halago de un incondicional, amigo argy, pero noe un baladí. Gracias.

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  3. Desde luego la "nueva creencia" de que las bandejas de pollo troceado, conejo retractilado o los filetes de vacuno, surgen como por arte de magia de los expositores de los supermercados es alimentar también la ignorancia y el desconocimiento, pero te evitas muchos problemas emocionales y lloros...

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    1. Lo mejor, amigo Paco Paco, es comer según la dieta mediterránea y, eso si, además, un buen pescado. Vamos, un arroçet que no falte, per deu. Feliz noche.

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