domingo, 31 de enero de 2021

A todos esos fatuos y petulantes directivuchos de pacotilla …


31 enero 2021

Dedicado a todos aquellos que amargaron mis viajes en tren, que arruinaron mi sueño y mi concentración, comprando,  vendiendo y resolviendo el mundo empresarial del mundo entero sentados en la silla del AVE, del Altaria y del Euromed,  hablándole a un teléfono con un tono de voz que hubiera sido oída por cualquiera solo asomándose a la ventana. A todos aquellos que insultaron mi educación, mi inteligencia y mi paciencia. A todos esos fatuos y petulantes directivuchos de pacotilla, a esa escoria del mundo empresarial serio, a toda esa pandilla de inútiles mandamases que solo les importaba dejarse ver y, desgraciadamente, oír. A todos ellos y a alguno más, dedico este cuento:
Después de un largo y agotador día de trabajo, un señor se sentó en el asiento de su tren y cerró los ojos.
Cuando el tren salía de la estación, la mujer que estaba al lado sacó su móvil y empezó a hablar bastante fuerte:
  • “Hola mi amor, soy Susi, estoy en el tren… Siii, ya sé, estoy en el de las seis y media. No tomé el de las cuatro y media porque estuve en una reunión muy larga... Nooo, no con Leandro de Personal, estuve con mi jefe... Nooo mi amor, eres el único en mi vida ... sí mi amor, te echo tanto de menos cariño bla, bla, bla...".
15 minutos después, la mujer seguía hablando y hablando...
El señor, harto de oírla, se acercó a ella y con voz clara dijo cerca de su móvil:
  • “Susi, apaga el teléfono y vuelve a la cama!!
(Susi nunca más usó el móvil en la vía pública...)

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8 comentarios:

  1. Buenas noches, me has puesto una sonrisa en la boca con la anécdota del viajero desesperado y la locuaz Susi.
    Y qué razón tienes con lo molesto que es ir oyendo las conversaciones de los compañeros de viaje. Realmente una falta de educación.
    Prefiero los trenes antiguos, donde tanto viajé de niña, con ese olorcillo a tortilla de patatas, chorizo o cualquier otro relleno de los bocadillos que la gente sacaba de sus bolsas y ofrecía indefectiblemente a los compañeros de viaje. Eran viajes que duraban horas y había que tomar un tentempié. Y había una respetuosa convivencia. No había móviles.
    Un saludo.

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    1. Así es, amiga Conchi. Cuando era niño, mis Padres, para que yo curara mi asma, me mandaban a un pueblo de la montaña de Barcelona, en la comarca del LLuçanés y el viaje lo hacíamos en casi cuatro horas cuando la distancia es de 102 KM. Cogíamos el tren, con esos asientos de tablas de madera que te dejaba las marcas en la espalda, hasta San Quirco de besora y luego un Coche de Línea hasta San Agustín. Llegábamos muertos, pero llegábamos contentos. Tran tran, paisaje, conversación, olor a bocadillos de tortilla y alguna cosa más. Hoy, se tarda menos de una hora en llegar allí con lo que se perdió el encanto de la lejanía, de la aventura y de todos esos inimaginables sueños.
      Todo ha cambiado, Conchi, supongo que es ley de vida, pero me cuesta acostumbrarme.
      Un abrazo muy fuerte.

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  2. jajajajajajajjajajjajaa
    Se me vienen tantas situaciones a la mente después de leerte!!!
    Aquí es muy común en los colectivos que la gente además de usar sus móviles y hablar bastante fuerte cosa que todos se enteren de la situacion jajaj tambien comenten "A boca de jarro" hasta cuestiones de intimidad, y uno se queda allí, como con vergüenza ajena.. Definitivamente los viajes en tren o bus a veces tienen muchas sorpresas!!! jajjajaj...y me olvide de los vendedores ambulantes en los trenes que tienen muy buenos pulmones !!jajajjaja Un abrazo Enrique!!!

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    1. Como la tal Susi, me he encontrado muchas de ellas en mis numerosos viajes, Eli. Aquí, dices bien, hace gracia, pero en el sitio es insoportable y mucho más cuando el que habla por teléfono empieza a chulear sobre su sensualidad, sus conquistas o sus machadas de compra o vende lo que sea.
      Cuando leí este cuento, me di una panzada de reír.
      Un abrazo muy fuerte, simpática y linda, Eli.

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  3. Hizo bien el señor en decir aquello, la que le espera a Susy al llegar con su amor, ya me imagino pero se lo merecía. Un gusto leer y sonreír. Saludos amigo Enrique.

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    1. Gracias Sara. En estos momentos ser capaz de conseguir una sonrisa tiene mucho mérito.
      Un abrazo

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  4. El final es genial Enrique, me imagino la cara que pondría Susi y sobre todo su amor con el que hablaba.

    Abrazos.

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