jueves, 15 de mayo de 2014

El tiempo del último tiempo

15 mayo 2014


Hay una, ya, vieja canción que me pirra y que empieza contándonos que ... "El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos ... ". No sé cuantos años, ya, en Facebook o en Twitter, quizás ocho o nueve, no sé, cuando antes parecía algo tremendamente moderno y útil, ahora ya nada parece igual de atractivo que entonces. Veo que todo se mueve a una velocidad de espanto y no es porque provoque miedo o terror, no, lo que da miedo es esa forma que tiene el tiempo de hacerse notar como los relojes de Dalí, de fundirse sin que nos demos cuenta de que existe. Empezamos a sentir que estamos viviendo el tiempo del último tiempo y nos suena, aún, a eso de “date prisa que pierdes el autobús del colegio” o a esa otra deliciosa frase de “vayan terminando, quedan cinco minutos para que se acabe el examen”, como si el tiempo nunca hubiera pasado o que hay otra velocidad que te obliga a vivirlo más deprisa, justo como entonces pero por razones bien distintas.


El reloj, su velocidad, no es siempre igual para todos los tiempos, es inversamente proporcional al tiempo que te resta de ocupación terrenal. La necesidad de disfrutarlo es, justo, todo lo contrario y, al menos yo, me aplico en ello o, quizás, solo lo intento, pero me resulta tremendamente necesario hacerlo.


6 comentarios:

  1. Yo tengo dos relojes: el que me impone la hora y el que jamás miro. ¿Para qué mirar el último si sé los años que tengo?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo hice lo mismo durante mucho tiempo, María Luisa. Un día me preguntaron qué y yo dije donde. Aún estoy así. Ya ves, el tiempo no importa salvo que sea el tuyo y/o no sepas que es él.

      Eliminar
  2. Me gusta mucho "El tiempo del último tiempo", Enrique. Cuando me desplazo a pequeños pueblos en donde es necesario sacar una silla a la puerta para sentarse al breve calorcito del sol del ocaso, observo que el tiempo se contrae, se ralentiza, es tan lento como sereno.Por el contrario, es directamente proporcional a la velocidad inusitada de los avances tecnológicos para quienes los utilizan: abarcar a mas amigos, comunicarse con todos, saber que existo, no tener ni un segundo para así evitar la soledad... Triste. Un poco triste. El tiempo es el de Pablo Milanés y Mercedes Sosa, tan real como inalterable, tan aceptado como forjador de nuevos empeños,. El reloj biológico de quien sabe aceptarlo y asumirlo es el único que no lleva pilas.

    Un abrazo, Enrique.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como siempre, maestro Campillo, tu comentario engrandece esta bloguería.
      Un abrazo-e muy fuerte. y, ah, sin pilas.

      Eliminar
  3. De un tiempo a está parte yo también tengo la sensación de que se me escapan la horas, los días, semanas y meses de las manos, pienso cada vez más en ello......entre los lamentos de lo que uno no hizo, y esperando que llegue el Viernes, uno en ocasiones no disfruta del momento que vive, es asi, y uno no sabe como detenerlo. Un saludo

    ResponderEliminar
  4. Quizás tengan razón los creyentes o los negacionistas, amigo argy, lo mejor será que el destino haga lo que tiene que hacer sin que nosotros tengamos que advinilarlo o esperarlo.
    Feliz viernes.

    ResponderEliminar

Este blog comparte contenidos con otro de mis blogs a modo de copia de seguridad, el uno del otro, hasta el 24 de febrero de 2023

https://enriquetarragofreixes.wordpress.com/