28 mayo 2014
Lloraba, sollozaba, más bien, me acerqué y le pregunté: ¿Qué te pasa, Pedro? – Él estaba con la mirada fija en su iPad viendo unas fotos que parecían familiares y tras el “nomepasanada” de siempre, me dijo: “Mira, Enrique, nunca, nunca, ni mi mujer, ni mi hijos, me dijeron; Marido, padre, eres el mejor del mundo” – ¿Y eso es necesario?, le dije – “No lo sabes bien, Enrique, para mí sería todo.”
Nos abrazamos y estuvimos así, Pedro y yo, abrazados, unos muy largos segundos en, seguramente, un acto de complicidad inesperada.
Las cosas buenas hay que decirlas y sólo estamos acostumbrados a decir las malas.
ResponderEliminarEso creo, Tracy, pero debe ser algo difícil
EliminarEl sonido más agradable que puede escuchar el ser humano es el que lo nombra, si a ello le añades alguna palabra más al estilo de "eres el mejor "padre, esposo, amigo, hermano", debe ser algo superior.
ResponderEliminarAsí es, amigo argy, seguro que tú nos podrías escribir un libro sobre el asunto.
EliminarQue va! soy un patan que aspira a ser un poco mejor cada dia............
ResponderEliminarLa modestia es siempre un don escaso, amigo argy. Enhorabuena, tú lo tienes.
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