Imagen: Benoit Paille
Me gustaba bailar hasta que un día me di cuenta que la pista era una trampa para ser feliz y ya no podía moverme. Me gustaba beber y mucho, hasta que alguien me hizo ver que las calorías vacías las instala el diablo en el hígado. Me gustaba andar hasta que una tenebrosa señora vestida de blanco me dijo que las caderas ya no son ni para bailar, ni para andar, se rompen cuando el uso ha sido intenso. Me gustaba hacer fotografías a toda cosa urbana que manifestara belleza y a cualquier vivo que me guiñara un ojo, pero me dijeron que eso era hacer el ridículo por la calle sin beneficio alguno. Me gustaba comer y mucho, pero otro de mis mejores asesores me insinuó que solo los delgados sobreviven a la tormenta de los tiempos con dignidad. Me gustaba vivir y un mal día, entre todos, me mataron y fue de pena.
Triste pero cierto
ResponderEliminarY cruel, Tracy, muy cruel.
EliminarBueno, y si cambias lo del mucho y todos los días, por el un poco cada fin de semana, igual asi.................
ResponderEliminarPsssss, amigo argy, creo que no tragan con eso, dicen que el que se coge un brazo luego acaba con el cuerpo entero. No se fían. Tendré que arrepentirme en público.
Eliminar¡Buáaa! yo no quieroooooooooo!!!
ResponderEliminarResiste, Paco Paco, aguanta lo que puedas, luego, ya sabes, solo queda la oscuridad.
EliminarUn abrazo y, ah, no me tomes muy en serio, es que me gusta dramatizar.
Tu bloguería, Enrique, es, para mí, un relato corto de la vida, el duro caminar por ella y la realidad de unas sentencias que llevan inexorablemente a un fin no deseado, ni buscado y siempre ignorado. Podemos reírnos de las reprimendas que nos echan los brujos de la tribu, de los sacrificios mientras Pepe, que se infla todos los días a tabaco y alcohol va a cumplir ya 95 años, o podemos llorar ante el hecho de la restricción. Sin embargo este relato posee un trasfondo triste de amor a la vida, que nunca se ha podido alcanzar, terrible. Todos son los culpables de una muerte que está anunciada desde el momento de nacer pero... ¿podría haber sido de otra forma?
ResponderEliminarUn garn abrazo, Enrique.
Maestro Campillo, cuanta razón tienes con eso de que todos son los culpables de una muerte que está anunciada desde el momento de nacer y, además, respondiendo a tu pregunta, diré que SIiiiiiiiiiiiii. Fíjate en Pepe, que se infla todos los días a tabaco y alcohol va a cumplir ya 95 años o el mismo Carrillo o la Vargas de mis amores. En fin, como una lotería, al que le toca le toca. Si la justicia divina existe, (yo aún ando buscándola por el cielo y por la tierra), sin quejarme, diré que seguro me compensará con media docena de nietos y para ello, como sabes, ya solo me queda uno.
EliminarUn abrazo, amigo.