23 junio 2014
Ayer hice algo extraordinario. Hice una carta, de mi puño y letra, y luego me acerqué a Correos a que me la sellaran. La mandé a una dirección astral y sin remite, solo dejé sellados y marcados, mis labios en el cierre. Quizás no la reciban, quizás nunca lo sepa, pero la mandé, fui capaz de hacerlo y eso es lo que importa. Pensé, para hacerlo, que cuando ya no puedes hablar con quién quisieras, encontrar un medio de hacerlo, debiera ser un objetivo vital de todos y cada uno de aquellos que se nos quedó, como siempre, algo por decirle a ese alguien querido que tanto añoras, antes de que se fuera para siempre.
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