06 junio 2014 09 noviembre 2012 08 noviembre 2009
Esta mañana tropezaba en la tienda de las verduras con un muchacho de unos 30, que andaba arrastrando una silla de ruedas que ocupaba un simpático y esclerótico chavalín de unos 20. No he podido evitarlo y le he hecho, al mayor de ellos, cuatro preguntas sobre el tiempo y otras tonterías. Al final hemos hablado de su situación y de la de su hermano. Huérfanos desde hace 10 años, vive un constante martirio por andar de peregrinaje por las oficinas de la Seguridad Social y del Ministerio de Igualdad, intentando que alguien le eche una mano. Pero no se queja ni anda pensando que la vida se les acaba.
Él, el mayor, se ha hecho médico y ahora quiere ser Neurólogo. El pequeño se maneja en Internet vendiendo servicios de entrega rápida. Me he quedado maravillado. La Polaca, que es la simpática señora que nos cobra las verduras, se ha puesto a dibujar unas lágrimas cuando le he dado un abrazo al pequeño y le he dicho que es un campeón. A mí me ha puesto a punto de ello, bueno a mí y a todos los que estaban por allí.
Para un día y un encuentro como el de hoy, siempre intento encontrar una imagen o un vídeo que se adapte al suceso principal. El de hoy es un auto reportaje de Adriana Macías. Es, misteriosamente, aleccionador.
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Que belleza de entrada Enrique...Definitivamente esa gente nos sirve de ejemplo...tantas veces que nos quejamos por " boberias " Un abrazo!
ResponderEliminarGracias Idolidia, cierto, son unos impulsores de vida, de la que no sabemos que tenemos.
EliminarCómo llegas al tuétano... ¡Madre mía!
ResponderEliminarGracias, María Luisa. Muchas horas en las salas de espera de Neurología me hacen tener un alma especial para estos asuntos que no son más que lecciones de humildad, de vida y de amor por todos esos maravillosos seres que se esfuerzan día a día, sin grandes ayudas, por superar tan duras pruebas con que la vida y su Dios, les han propuesto.
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