Sentimientos, verdadera democracia y el calor de la sangre

20 junio 2014

Se me enturbia la nube de las verdades cuando oigo hablar, a vueltas de lo de la proclamación de Felipe VI, que en España no hay democracia porque a unos que se hacen llamar demócratas quieren que su verdad sea la única, es decir, vuelven a repetir eso tan autocrático de lo que en este País, los que ya tenemos mas de sesenta, estamos mas que hartos de oír y que no es otro que ese canto tan Franquista él de … “la inmensa mayoría de los españoles quieren …” que, como digo, al final, lo único que quieren decir, como todos los autócratas, es que lo que los españoles quieren es lo que solo ellos quieren, confundiendo, una vez más, democracia con autocracia y hoy, como no, les da por decir que no hay democracia porque les imponen la Monarquía que por otra parte es lo que democráticamente escogieron los españoles cuando aprobaron su Constitución actual. Por qué los autócratas siempre quieren convencernos de que su razón es la de todos en vez de dedicarse a ganar unas elecciones y con ellas ganadas, hacer los cambios que les venga en gana. Quieren un Referéndum para derrocar la Monarquía, claro, pero es que resulta que a nosotros, seguramente la mayoría silenciosa de los españoles, el Referéndum que queremos que se nos presente es el de … ¿Quiere usted que sigamos manteniendo con los presupuestos del estado a todos los sindicatos y a todos los partidos políticos, en lugar de hacerlo a través de las cuotas de sus asociados? – Estas madrugada veía por TV como un anciano en actitud encendida increpaba a un guardia porque le reprimía su actitud de manifestarse en defensa de la República y en contra de la Monarquía. Yo, al verlo, siendo legítimo su derecho, claro, pensaba que el calor de la sangre estaba reservado también y con el mismo insosiego, para otro tipo de gestas como la lucha contra el paro, los desahucios, la connivencia de los tres poderes institucionales con el poder económico, la paralización de las pensiones y el copago de las medicinas por los jubilados, por ejemplo, lo cuál, sin duda, siendo importante, necesario y de urgente solución, no lo veo increpado, ni manifestado, por ningún sitio por todos los que muestran ese calor en sangre tan necesario como, a veces, ingenuo, manipulado o, incluso, sospechoso.

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