Imagen de Pepa Hristova
31 julio 2014
A mi Madre, un buen día, allá por los cincuenta y muchos, saliendo de destrozar, con mis amigachos callejeros de toda la vida, puertas y persianas en el Pasaje San Pablo de mi Barcelona natal con una pelota de fútbol hecha con periódicos y gomas de atar, le dije, más o menos, una vez reposé unos segundos, tras subirme de un tirón los 48 peldaños que me levaban a mi querido hogar: “Mamá, me ha dicho Joaquín que la escasez y la necesidad, hace aflorar el verdadero valor humano y la bondad real, de las personas” – Mi Madre, se agachó, me cogió por los hombros, me miró a los ojos, como hacía siempre, y me dijo; “Enric, espero que no tengas nunca que comprobarlo, pero dile a Joaquín que tiene razón”. Hoy, más que nunca, me acuerdo de aquél día.
Que sabios Joaquín y tu madre.....................que grandes maestros tuviste amigo, sólo te falto un maestro zen!! Como me hubiera encantado haber tenido gente que diera esos consejos. Buen fin de semana amigo.
ResponderEliminarMaestro zen?, pero si en casa todos lo eran ... jajaja.
EliminarUn abrazo, amigo Antonio.
La sabiduría y la bondad de quien sabe apreciar esta injusticia siempre debe ser transmitida de padres a hijos. Es el único método para conseguir una sociedad libre, humanitaria y unida. Excelente tu madre, Enrique.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
Gracias, amigo Campillo. es curioso que a esta edad, la mía, me ascienda al nivel uno de mi memoria todas aquellas cosas que Ella me contó y que creía haber olvidado.
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