01 agosto 2014
En una fiesta de esas de cumpleaños para pijos, que, al final, acabamos todos celebrando como si lo fuéramos, y en ella, y en un alarde de dejar claro que si nos pilla el fin del mundo y que siendo así, pues que nos pille de fiesta, coño, nos fuimos poniendo ciegos, que no tuertos, a base de copitas de cava. Más tarde y con el pretendido fin de podernos despedir de todos los amigos, (por si fuera la última bufada de velas del celebrante y de otros de su estilo y edad), se le ocurrió al animador de la fiesta o sea, el cumpleañero, antes, mucho antes de comenzar con lo del juego de las prendas, darnos Post-it y un lápiz a cada uno con el fin de que escribiéramos nuestro mejor deseo para ser cumplido en el futuro inmediato y lo colgáramos en un tablero que montaron al efecto. Cuando lo colgué mi amigo y contertulio, Pedro, me dijo: “¿Eso es lo que has pedido, Enrique?” – Se extrañó porque en mi Post-it ponía; “Nada, que me quede como estoy” – “Enrique … ¿Estás bien?” – Mejor que nunca, quizás baste con apretar dos tornillos de Santo y Seña, en el occipital y … nuevo.
Estamos de acuerdo, Enrique. Como estoy... y que no siga p'alante nada de lo anterior. ¡Por muchos años!
ResponderEliminarUn abrazo. Enrique.
Siglos, maestro Campillo, siglos. Un abrazo.
EliminarANTONIO CAMPILLO ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Que me quede como estoy":
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Estamos de acuerdo, Enrique. Como estoy... y que no siga p'alante nada de lo anterior. ¡Por muchos años!
Un abrazo. Enrique.