12 septiembre 2014
(recuperado del baúl de mis bloguerías del 2013)
Curiosamente, cuando aprieta el mal todo se convierte en secundario. Manuel, un compañero de silla en la improvisada tertulia de la sala de espera de mi “centro comercial” favorito, me dice que él descubrió donde estaba lo importante cuando despertó de un coma profundo tras un accidente de tráfico hace diez años. ¿Será necesario tener que aprenderlo así?
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