17 septiembre 2014 - 2016
Apenas lo disfruté, salía muy temprano y llegaba justo a la hora de cenar. Apenas hablábamos en la cena, a Él le gustaba hablar de sus problemas a modo de aleccionadora lección magistral. Aquello está bien, lo otro está mal, solía decir. Yo solo le miraba y admiraba. Nunca me pegó ni me riñó, no hizo falta. Sabía imponer su modelo educativo y su razón. La disciplina, la lealtad, la fidelidad, el respeto y especialmente, su dedicación a la familia, al trabajo y al futuro de sus niños, eran sus objetivos y su razón de vida. Ahora, cuando pienso en Él, una extraña y sana, envidia me recrea un deseo indescubrible: Cómo me gustaría que me mirasen a mi así, como le miraba yo a Él, entonces.
Enviado de Samsung Mobile Note III
enriquetarragófreixes
Un recuerdo sublime que me gustaría para mí cuando no esté.
ResponderEliminarSeguro que lo tendrás, dulce y feliz Tracy.
EliminarCuanto me haces reflexionar sobre mis errores amigos, créeme, no es una frase accesoria o recurrente, es verdad en si mismo.
ResponderEliminarUn abrazo-e muy-e, amigo Antonio
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