No sé si os habéis fijado en ese tipo de hombres, no necesariamente muy jóvenes, que cuando van con su fiel pareja por la calle ellos andan, siempre, un metro y medio por delante de ella. Pues ese es mi amigo Felipe, que no es que lo haga ahora a sus casi 70, no, hace veinte, al menos, ya lo hacía. Pues bien, al parecer, Felipe no está contento de como le trata su mujer: "Mira, Enrique, sabe que estoy sordo pero me habla desde la habitación de al lado y luego dice que no la escucho. Me chilla por todo, porque no tiro de la cadena del inodoro cuando meo y me dejo la tapa abierta, porque cuando me lavo las manos dejo el suelo manchado de agua, porque me molesta recoger la mesa, porque fumo en el baño y porque siempre estoy bebiendo. Cuando salimos con otras parejas y yo estoy hablando ella, siempre, me desmiente. Y así llevo años y años ... Yo siempre la he querido y he estado bien con ella hasta que me jubilaron. Estar en casa, en su terreno, la envalentonó y yo hago todo lo posible para no estar en casa. Es como si me quisiera hacer pagar que ya no sirvo para nada ...". Felipe me ha estado hablando y hablando, hasta que se ha hartado de hacerlo. Cuando ha terminado le he hecho una pregunta: "Felipe, dices que la quisiste y la quieres, aún ... ¿Se lo has dicho alguna vez?
Enviado de Samsung Mobile Note III
enriquetarragófreixes
Buena pregunta la tuya.
ResponderEliminarSi, Tracy, pero se quedó sin respuesta
EliminarEs muy importante confirmar el amor. De todas formas y por lo que dices, el problema es la jubilación, ya son demasiadas horas juntos, hay que buscar otras aficiones y así llegar a casa como siempre: deseando dar un abrazo.
ResponderEliminarHabrá de todo, Alacantí. Jubilarse es algo para lo que no nos preparan y, a veces, como a Felipe, se le juntan ambas cosas, falta de relación y amor, y el no saber que hacer.
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