Imagen: Harold Feinstein ( 1931 - )
24 octubre 2014
Dos casos extrañamente distantes y dispares:
1) El Oncólogo especializado en garganta, laringe, pulmón y de alguna otra geología interna, de un Hospital querido y cercano, me dice esta mañana:
- “Como envidio a mis clientes, Enrique. Sí, están hechos polvo, ahora, pero se lo han pasado de rechupete hasta llegar aquí. Como los envidio”.
- Yo no he sabido ni como tomármelo, ni que decirle, pero he tenido que ir al baño y una vez allí … me he partido, simbólicamente y para no llorar, de risa.
- Le dijeron hace 29 meses, en su Empresa de toda la vida, que las cosas estaban muy mal y que tenían que prescindir de él. Llevaba allí desde los 28.
- Se le acabó la prestación por desempleo hace once meses y desde entonces ha hecho de todo y de nada.
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Endeudado hasta las cejas y, ahora, maltratado por el feroz y “preocupado” empleador del pequeño comercio, el cual lo ha tenido trabajando en asuntos de almacén y contabilidad por unos 500 €/mes, sin afiliar, claro está. Ahora ni eso y, además, ahí está, en la sala del dolor esperando el resultado de una biopsia.
- "Enrique: ¿Qué hago?", me dice y yo … yo no he sabido que decirle. Esto ya no es lo que era, antes sabía que decirles.
Hay quienes trabajan en trincheras difíciles y saben cogerle el pulso al ritmo que la muerte quiere imponerles y otros, parece que es la vida la que les niega su existir, hagan lo que hagan. Vivir al día sería un buen consejo para todos, a mi, tengo que decir, humildemente, que me basta con vivir y si puede ser hasta los 92, más no, te quedas sin amigos y ya no vale la pena seguir.
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Sí, cuando la trinchera se encuentra en primera línea de fuego el general (contratista) se encuentra en su casa esperando que las cosas cada día le reporten más beneficios. Tu segundo amigo es la prueba inequívoca que este país ha sido derribado con maldad y alevosía.
ResponderEliminarUn abrazo, Enrique.